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lunes, 8 de marzo de 2021

LOS DOS CAMINOS

Salmos 1. Los dos caminos
Por Emanuel Seropián
Mensaje para la
Casa de Paz El Ombú
Lunes 08 de marzo
2021
Introducción
Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos.
Que, por el contrario, se deleita en la ley del Señor, y día y noche medita en ella.
Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos: llegado el momento da su fruto, y sus hojas no se marchitan. ¡En todo lo que hace, prospera!
Con los malvados no pasa lo mismo; ¡son como el tamo que se lleva el viento!
Por eso los malvados y pecadores no tienen arte ni parte en el juicio ni en las reuniones de los justos.
El Señor conoce el camino de los justos, pero la senda de los malos termina mal.
 Salmos 1 (RVC)

El primer salmo es un canto que sirve de introducción a todo el libro de los Salmos. Es una magistral obra literaria, llena de sabiduría, que nos hace recordar a los Proverbios por su tono sapiencial.
En este texto, el salmista compara los dos caminos: el de los pecadores y el de los justos. Como resultado de esa comparación, logra exponer el resultado de cada camino: la felicidad para el justo y la perdición para los malos. 
¿Dónde se encuentra el secreto para elegir el camino correcto? La sabiduría que recomienda el salmista se arraiga en la Palabra de Dios, y no en la sabiduría humana. 
Al iniciar el salmo, dice “Bienaventurado el hombre que” y acto seguido menciona las conductas de ese hombre dichoso. Es como que dijera: “¡Qué felicidad la del hombre que no hace tal y tal cosa y que sí hace tal y tal otra!”
A lo largo y ancho de la Biblia, encontramos que Dios da gozo al obediente, y que el resultado de la rebeldía es inevitablemente la aflicción

¿Quién es justo y quién pecador?

Hay personas que aun continúan sus vidas como hijos de Adán, en pecado y rebeldía, sin reconocer que necesitan arrepentimiento y perdón para convertirse en nuevas criaturas. Y por otro lado, hay personas que aun siendo pecadores, y aun teniendo una naturaleza rebelde (como todos tenemos) vivimos arrepentidos por eso y hemos pedido perdón por nuestros pecados y nos esforzamos por seguir los mandamientos de Dios. 
De esta forma se diferencia el justo del pecador de acuerdo a la Biblia. Somos justos no porque hemos alcanzado un grado de conducta intachable, sino porque Cristo vive en nosotros mediante el arrepentimiento de nuestros pecados. 
Analicemos a continuación los dos caminos que se nos presentan por delante. 

1.- ¡Qué felicidad la del hombre que…!

Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!»
Génesis 1:28 (RVC)

Desde la creación el mundo la intención de Dios era bendecir al hombre. Dios nunca pensó ni ideó un plan para que su creación sufriera. Solo luego de que el pecado ingresa en escena mediante la desobediencia de Adán es que encontramos por primera vez la palabra maldición. La maldición es una consecuencia directa de nuestro pecado. 
Pero como la intención de Dios es que el creyente no viva en maldición, sino en bendición, ha dispuesto varias cosas: 

(…) yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
Éxodo 20:5-6
Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;
Deuteronomio 7:9


Las consecuencias de nuestra desobediencia pueden trasladarse a nuestra familia hasta por tres o cuatro generaciones. ¡Qué tremendo! Mi pecado hoy puede afectar a mis hijos, nietos y bisnietos. Pero gracias a Dios que él dice que a los que amamos y guardamos sus mandamientos, su bendición se extiende por mil generaciones.  

SIEMPRE LA BENDICIÓN DE DIOS SE EXTIENTE INFINITAMENTE MÁS ALLÁ QUE LAS CONSECUENCIAS DE NUESTROS PECADOS.

La Palabra de Dios dice que el Señor ya nos bendijo, que vivimos en bendición, y que ninguna maldición nos afecta.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo
Éfesios 1:3 (RVR1960)
Pero Cristo prefirió recibir por nosotros la maldición que cae sobre el que no obedece la ley. De ese modo nos salvó. Porque la Biblia dice: «Dios maldecirá a cualquiera que muera colgado de un madero.»
Gálatas 3:13 (TLA)

Así que tenemos una riqueza enorme en Dios, sería una pena que no tomemos posesión de nuestra posesión. 
De modo que pasemos rápidamente a las características del hombre la que Dios bendice.

1.- SANTIDAD.
 
no anda en compañía de malvados
ni se detiene a hablar con pecadores
ni se sienta a conversar con blasfemos.
se deleita en la ley del Señor
día y noche medita en ella.
 
Los primeros versículos del salmo nos muestran un patrón de conducta que marca la santidad, es decir, la separación con aquellas cosas que contaminan nuestro andar. No hacemos asociaciones con malvados, nuestras conversaciones no son las del agrado de los pecadores, ni perdemos tiempo en seguirle la corriente a los que no hacen otra cosa que hablar groserías y burlarse de la fe. Por el contrario, invertimos nuestro tiempo en estudiar la Palabra de Dios y en meditar acerca de ella a cada rato. 
Esto nos diferencia del resto. Por ejemplo: ahora mismo estás en una reunión en una casa de familia. Estás invirtiendo una hora de tu tiempo en aprender de Dios. Eso es santidad. Podrías estar en otro lado, haciendo algo que a Dios no le agrada, sin embargo estás aquí. Eres candidato a que la bendición de Dios te atropelle. 
La felicidad de nuestras vidas radica en no conformarnos (o sea, en no adaptar la forma) que el mundo nos ofrece:
No aceptamos los consejos que el mundo nos ofrece
No participamos en las costumbres del mundo
No compartimos la peor de las actitudes que tiene este mundo, que es la burla a Dios (blasfemia).
He aquí una gran verdad: EN LO QUE PIENSA EL HOMBRE ES LO QUE DETERMINA SU MANERA DE VIVIR
En otras palabras, nuestra manera de vivir es el reflejo de lo que está en nuestra mente. Por eso, evitamos las conversaciones que no edifican. Evitamos que un pecador o una persona que se burla de Dios nos siembren ideas que, de germinar, nos van a llevar por mal camino. En contraposición a esto, estudiamos la Palabra de Dios y meditamos en ella día y noche, para que nuestra manera de vivir esté influenciada por Dios y no por el mal. 
Las personas a las que Dios bendice no sólo leen la Palabra, sino que la estudian, la memorizan y meditan en ella de día y de noche. La Palabra de Dios controla sus mentes.
Debido a esto, son guiados por el Espíritu y andan en el Espíritu. 
La meditación es para el alma lo que la «digestión» para el cuerpo. Significa comprender la Palabra, «masticarla» y aplicarla a nuestras vidas, haciéndola parte de nuestro ser interior.
Toda persona exitosa que nos muestra la Biblia hizo esto. 

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Josué 1:8 (RVR1960)

Josué no solamente fue el general más conquistador de toda la historia de Israel, el que más batallas ganó y el que más tierras conquistó. Lo que logró Josué no fue nunca igualado por ninguno, antes o después. Ni David ni Salomón, ni ningún otro rey fue tan exitoso como Josué. 
Pero el éxito de Josué no radicaba únicamente en que ganó muchas batallas y conquistó muchos territorios, sino que al final de su vida, pronunció este discurso: 

Si no quieren serle obedientes, decidan hoy a quién van a dedicar su vida. Tendrán que elegir entre los dioses a quienes sus antepasados adoraron en Mesopotamia, y los dioses de los amorreos en cuyo territorio ustedes viven ahora. Pero mi familia y yo hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios.
Josué 24:15 (TLA)

Josué, rodeado de un pueblo que no era obediente a Dios e idolatraba otros dioses, logró llegar al final de sus vidas conservando una familia dedicada al servicio a Dios. Esa es la victoria y el gran éxito de Josué. Se mantuvo, él y su familia, separados del resto, distintos, obedientes. Santos. 
La vida cristiana se compara al andar. Empieza con un paso de fe al confiar en Cristo y crece a medida que damos pasos adicionales de fe en obediencia a su Palabra.
Pero es posible que no nos demos cuenta y terminemos andando, sí, pero en tinieblas, fuera de la voluntad de Dios. El ejemplo más claro de esto es el apóstol Pedro. En su caminar con Cristo, sin darse cuenta, se desvió, la noche en que Jesús fue llevado preso. La Biblia nos relata como Pedro se juntó con personas equivocadas y terminó negando a Cristo y blasfemando. 
Las personas que Dios bendice se cuidan mucho en su andar: aun cuando están en el mundo, no son del mundo. Se requiere elegir. Hay que elegir. Se elige abandonar al pecado para caminar con Dios. Sin dudas que elegir, cuesta. Para muchas personas, dejar de lado la vida que venían llevando tiene un costo, y eso es lo que muchas veces los frena. Pero debemos seguir el ejemplo de Moisés. 

¿Por qué le fue posible a Moisés dejar de lado su vida en el palacio, abandonar los deleites de la vida burguesa, olvidarse de los tesoros que le pertenecían? Por que tenía puesta la mirada en el galardón que Dios da, no en el que los hombres dan. 
¿Cuál es ese galardón?

2.- CONSECUENCIAS DE LA SANTIDAD.

Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos: llegado el momento da su fruto, y sus hojas no se marchitan. ¡En todo lo que hace, prospera!

Un árbol plantado junto a los arroyos, que tiene sus raíces cerca de un curso de agua, es un árbol que no se ve afectado por períodos de sequía. Tal cual lo expresa el salmo 37.

En tiempos difíciles no serán avergonzados, y en tiempos de escasez tendrán abundancia.
Salmos 37:19 (RVC)

El profeta Jeremías afirmaba lo mismo: 

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.
Jeremías 17:7-8

Este mundo es un desierto que nunca nos va a satisfacer. Debemos enviar nuestras «raíces espirituales» muy hondo en las cosas de Cristo y beber del agua espiritual de la vida.

Ahora, no puede haber fruto sin raíces. Muchos cristianos se preocupan por el fruto, pero descuidan las raíces. Debemos preocuparnos por las raíces, porque si estas están bien plantadas, el fruto nacerá solo. Nosotros no debemos producir el fruto, debemos colocar bien nuestras raíces. 

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,  idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Gálatas 5:19-21

Todas estas cosas espantosas que acabamos de leer salen solas, sin que hagamos mucho esfuerzo, si nuestras raíces están en la carne, en el pecado. Si nuestra vida no es controlada por la Palabra de Dios a causa de que hay poca Palabra en nuestra mente. 

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Gálatas 5:22-23

Todas estas cosas preciosas son el fruto del Espíritu, es decir, las produce el Espíritu. No la producimos nosotros. Es por eso que mucha gente vive frustrada porque le encantaría tener más paciencia y más fe, pero no le sale. Es que no somos nosotros los que producimos fe o paciencia, o amor o mansedumbre. Eso lo produce el Espíritu. Nuestra tarea es poner las raíces en el rio de Dios, y dejar que éstas alimenten nuestro árbol desde ese río. 

DEL TIEMPO QUE NOSOTROS LE DEDIQUEMOS A LA ORACIÓN Y A LA PALABRA DEPENDERÁ EL FRUTO QUE DAREMOS EN NUESTRAS VIDAS. 

3.- LOS QUE SE PORTAN MAL

Con los malvados no pasa lo mismo; ¡son como el tamo que se lleva el viento!

Al creyente se le compara con un árbol: fuerte, permanente, hermoso, útil, fructífero. 
A los que se burlan de Dios se les compara con el tamo : no tienen raíces; el viento los arrastra;
El Señor conoce el camino de los justos, pero la senda de los malos termina mal.

Tenemos dos caminos claramente indicados. Uno nos lleva la vida de bendición que Dios siempre pensó para sus hijos. El otro, termina mal. 
»¡Ahora escucha! En este día, te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre la prosperidad y la calamidad. Pues hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios y cumplas sus mandatos, decretos y ordenanzas andando en sus caminos. Si lo haces, vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá a ti y también a la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer.

»Sin embargo, si tu corazón se aparta y te niegas a escuchar, y si te dejas llevar a servir y rendir culto a otros dioses, entonces te advierto desde ya que sin duda serás destruido. No tendrás una buena y larga vida en la tierra que ocuparás al cruzar el Jordán.
»Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra como testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir!
Deuteronomio 30:15-19 (NTV)