Entrada destacada

Desordenado y vacío

“Y la tierra estaba desordenada y vacía…” . Génesis 1:2. La Biblia dice que cuando Dios creó los cielos y la tierra, la tierra estaba d...

jueves, 3 de septiembre de 2020

El cristiano y el dinero. Capítulo 11. Final.

Agradece tu escasez


La vida en el huerto del Edén era una maravilla. Había una única regla que cumplir: no comer el fruto de determinado árbol. Luego de esa regla, no había más nada de qué preocuparse. En el Edén no había ni maldad ni muerte. Así que imagínate que los alimentos que se cosechaban en ese huerto no se echaban a perder, había abundancia, las plantas no se morían, no había inclemencias del tiempo, no había plagas ni enfermedades. Los hombres vivían desnudos y no había malos pensamientos ni malas intenciones. En ese contexto, no tenían sentido ninguno de los conceptos que rigen la vida hoy en día, como por ejemplo propiedad privada o libertad. 

Pero el pecado cambió todo. Comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal abrió la puerta a la muerte y al mal. Todo cambió a partir de ese momento.

Ahora los alimentos se echarían a perder y la escasez comienza a ser la regla. La tierra produciría espinas y cardos, las cosechas ya no serían abundantes. Ahora todo será trabajoso, porque el cuerpo humano ahora comenzará a morirse, y una de sus evidencias es el cansancio (cansancio que no había en Edén). Ahora, comer iba a ser trabajoso (con el sudor de tu rostro comerás el pan…). Ahora sí existe la maldad y las malas intenciones, así que ahora sí podría darse que un hombre quisiera quedarse con lo que cosechó otro hombre. Ahora sí, uno con fuerza querrá enseñorearse de uno más débil. Ahora sí tiene sentido delimitar la propiedad y defender lo propio. Nació el mundo tal cual lo conocemos hoy. 

En este nuevo mundo, habrá inclemencias del tiempo. Ahora necesito ropa para cubrir mi cuerpo y una casa para almacenar mis bienes. Es en este momento donde nacen las relaciones de intercambio, en su forma más rudimentaria como lo fue el trueque: el que sabe construir una casa lo hará a cambio del alimento que producirá su cliente como forma de pago. 

El pecado dio lugar a la economía. La economía es el arte de administrar la escasez. No hay administración o economía posible en un ambiente de abundancia, porque en tal ambiente, no hay que preocuparse ni tomar medidas, total, siempre hay. Pero en la vida, vivimos en escasez, por lo cual debemos aprender a administrar. 

No vas a aprender a administrar cuando ganes mucho dinero. Se aprende a administrar en la escasez, para luego, cuando venga la abundancia, no la vayas a desperdiciar. 

Recordarás la historia del hijo pródigo. Este joven tomó la abundante herencia que le dio su padre y la derrochó rápidamente, al punto de envidiar la comida de los chanchos. La solución a los problemas de tu vida no pasa por tener más dinero, sino por aprender a administrarlo. 

Prosperidad no es tener cada vez más dinero, sino saber administrar el que él nos da. 

Nosotros lo hacemos con nuestras hijas; desde pequeñas les enseñamos a administrar. A mis hijas les encanta el tomate cherry. Mi esposa les compra cada domingo en la feria, 20 tomates cherry a cada una. Llega a casa y coloca los tomates en dos vasos diferentes y les dice a ambas que esos tomates les tienen que durar hasta el domingo próximo cuando vaya a comprar más. Es responsabilidad de ellas contener sus deseos y no comerse todos los tomates sin control, porque nadie les va a comprar más tomates antes del domingo siguiente. Aun cuando nosotros, sus padres, tenemos posibilidades de comprarles más tomates a mitad de la semana si se les acaba, hemos decidido usar ese elemento para enseñarles a administrar, a tener dominio propio y paciencia. 

Nadie aprende a administrar en situación de abundancia, sencillamente porque en esa situación no es necesario administrar. Se aprende a administrar en la escasez, para que cuando llegue la abundancia, la misma no se pierda. 

Recuerda: sé fiel en lo poco y Dios te pondrá en lo mucho. 

miércoles, 2 de septiembre de 2020

El cristiano y el dinero. Capítulo 10

El diezmo nos ayuda a ahorrar y prosperar


Diezmar es un acto de fe; es separar el diezmo primero, antes de pagar las demás cuentas, sin saber si lo que va a sobrar alcanzará. 

Ejecutar gastos sin la seguridad de que se pueden pagar, confiando en que Dios de alguna manera nos dará provisión, NO ES UN ACTO DE FE, sino un acto de presunción, como se vio en el capítulo anterior. Es obligación del cristiano sentarse a calcular si tiene lo necesario para hacer frente a sus gastos. No podemos hacer gastos diciendo que Dios nos va a ayudar, si Dios no nos dijo que hiciéramos ese gasto y que nos iba a ayudar.

No obstante esto, el diezmo es diferente, porque es el único caso en toda la Biblia en la que Dios mismo nos pide que lo demos sin hacer cálculos, aun aunque no estemos seguros de que podremos hacer frente a las demás obligaciones, porque Él mismo se compromete a bendecirnos.

Da con generosidad y serás más rico; sé tacaño y lo perderás todo.
Proverbios 11:24

Más allá de su significado espiritual, el diezmo es una conducta financiera recomendable para la buena administración y la prosperidad. Requiere coraje limitar los gastos de modo de poder cumplir con el diezmo. Y eso te va a educar para que limites tus gastos en aras del ahorro y la inversión, también. 

Es imposible que una persona progrese económicamente si gasta absolutamente todo lo que le entra. El progreso económico ha sido siempre, a lo largo de la historia, fruto de la capacidad de las personas de ahorrar e invertir (para lo cual se requiere no gastar todo lo que ingresa). Así lo hizo José, que obligó al pueblo de Egipto a ahorrar durante la época buena, administró correctamente durante la época mala, y pasado ese período, le sobró grano para darle al pueblo para que vuelvan a sembrar. 

Las personas que practican el diezmo son personas que están llevando adelante una buena práctica de administración financiera. Empezamos primero cumpliendo estrictamente con el diezmo y obligamos al resto de nuestras obligaciones a acomodarse al 90%. Pronto, tendremos bajo control nuestro presupuesto y sabremos tomar decisiones que hagan que nuestros gastos no superen ese 90%. Una vez allí, podremos seguir adelante controlando aun mejor nuestros gastos para comenzar a ahorrar.

Es más fácil gastar después de haber ahorrado, que ahorrar después de haber gastado. Por tanto, si esperas que te sobre para diezmar (o ahorrar), NUNCA LO HARÁS.

Aunque los números hoy te dicten lo contrario, es absolutamente posible vivir hoy con menos de lo que te ingresa. Eso siempre es posible, y el diezmo juega un rol fundamental en ese aspecto. Muchas personas viven enceguecidas, gastando todo lo que les entra, porque están convencidos de que ganan poco. Si esa es la conducta que tienen ganando poco, el día que ganen más, seguirán en la misma lógica de gastar todo lo que les entra. Es así como hay casos de personas que tienen buenos ingresos y siempre están endeudados o ajustados. 

Si uno comienza a generar el hábito y la conducta de diezmar, aun ganando poco, ese hábito quedará instalado. En la medida en que vayas prosperando y ganando más, no te será difícil evitar gastar todo y ahorrar. Eso lo llevará a mayor prosperidad. 

Hay una lucha entre mi consciencia y los paradigmas que rodean al dinero y al diezmo, que evitan la continuidad de la acción de diezmar. Esto es así porque hemos sido educados bajo dos ideas erróneas: 

1.- Si doy, me va a faltar.
2.- Si doy, debo recibir algo a cambio que valga lo mismo o más de lo que doy.

Estas dos ideas son contrarias a la fe y la acción del diezmo nos ayuda a liberarnos de esas ideas, y por ende, liberarnos de la esclavitud y dependencia del dinero. 

A pesar de esto, es de hacer notar que el diezmo tiene por objeto servir a Dios y no tiene como objeto lucrar o pretender hacerme más rico solo por el hecho de acumular riquezas.

Al contrario, la idea del diezmo es lograr que el cristiano no tenga a los bienes materiales como el centro de su vida. Es decir, no se debe diezmar por avaricia, con la idea de que es similar a hacer una inversión que me tiene que reportar ganancias, sí o sí. Es un error decir: yo diezmo porque gracias a eso tengo un buen trabajo y un buen ingreso. Eso no puede ser el objetivo del diezmo. Eso es una consecuencia, una recompensa. Pero la motivación no debe ser esa, sino que yo diezmo porque tengo deseos de servir a Dios con mis bienes.

Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.
Proverbios 3:9-10

Si diezmamos con la motivación correcta, Dios va a cumplir sus promesas, prosperándonos hasta que desaparezca todo temor de vivir en pobreza.

Algunos creen que porque están en aprietos no les es posible diezmar pero lo harán en cuanto sus circunstancias lo permitan. Esto es perder todo el significado porque mientras mayor sea la presente dificultad, mayor la necesidad de diezmar, ya que las dificultades que atravesamos en materia económica suelen ser fruto de una errónea actitud mental, por una forma de pensar equivocada. Naturalmente, las circunstancias no podrán cambiar hasta que haya un cambio en la actitud mental. Diezmar será una prueba de que la actitud está cambiando.

A través del diezmo estamos demostrando nuestra creencia de que el único origen de nuestro suministro es Dios, y que el negocio o el empleo, las inversiones o los clientes no representan sino el canal a través de los cuales se está manifestando en ese momento la provisión que nos viene de Dios. La consecuencia inevitable de dicha expresión de fe es la prosperidad visible. 

Aquellos que diezman siempre están seguros de que tienen a Dios por Socio, pero no como cualquier socio, sino un socio bastante particular, que no se comporta como un socio humano se comportaría. En una sociedad humana, si uno de los dos socios pone la mayor parte de los recursos, pretenderá llevarse la mayor parte de las ganancias. En la sociedad con Dios, Él PONE TODO y pide solamente el 10%. 

Cuando das el diezmo, como dice mi pastor, cero a cero y pelota al medio. 

Dios nos ha dado todo. La vida, la salud, las fuerzas para trabajar, la inteligencia para hacer negocios, y nos ha dado también nuestros bienes. Como socio, ha puesto el 100% y nosotros nada. Ahora, Él solamente elige pedirnos el 10%, cuando podría pedirnos todo. 

Por eso dijimos anteriormente que el diezmo es un acto de adoración, porque el cristiano que diezma reconoce que la totalidad de todo lo que tiene y todo lo que es le pertenece a Dios y no a sí mismo. Cuando entendemos que somos 100% pertenencia de Dios y que él es soberano, estamos adorando.

martes, 1 de septiembre de 2020

El cristiano y el dinero. Capítulo 9

Huye de las deudas. Aprende a ahorrar



El ahorro es la base de la fortuna, y no el endeudamiento. No tomar control de tu presupuesto y gastar según tu intuición y deseo puede ser catastrófico. Y si para eso, se hace uso del endeudamiento, has cavado una cómoda fosa.
 
Hay que diferenciar entre dos tipos de bienes: los bienes durables y los no durables. 

Bienes de consumo durables son aquellos cuyo uso se da a lo largo de un período extenso de tiempo y son utilizados en un gran número de ocasiones. Se consideran durables si poseen una vida útil mayor a los tres años. Va desde la TV, un aire acondicionado, una computadora, un auto y hasta una casa. En la mayoría de los casos, se debe tener en cuenta que los bienes durables van perdiendo su valor al pasar el tiempo. Es decir, el auto que hoy te costó U$S 20.000, lo retirás de la automotora y ya te vale menos si lo queres vender. 

Bienes de consumo y servicios no durables son aquellos bienes que son consumidos en un corto plazo y utilizados en un menor número de ocasiones (algunos solo se utilizan una vez). Su costo es menor al de los bienes de consumo durable. Por ejemplo: alimentos, útiles escolares, comer en restaurantes, cine, estadio, vacaciones. 

Muchos cristianos no controlan sus presupuestos, no hacen cuentas, y gastan en bienes no durables por intuición. En alguno casos, sin control. Para peor, usan frases como: “sabemos que Dios quiere que disfrutemos de estas cosas…”, “Dios será fiel para proveernos” y otros tantos etc., excusas revestidas de espiritualidad para licuar cualquier sentimiento de inseguridad o advertencia que pudiera surgir.

Pero veamos qué tiene para decir la Palabra de Dios. 

Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; Mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro.
Proverbios 11:15

El hombre falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador en presencia de su amigo.
Proverbios 17:18

El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.
Proverbios 22:7

Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.
Proverbios 21:5

El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune.
Proverbios 28:20 (NVI)

(…) el que recoge con mano laboriosa las aumenta [las riquezas]
Proverbios 13:11

(…) quien ahorra, poco a poco se enriquece.
Proverbios 13:11 (NVI)

Todos estos versículos, y algún otro, tienden a aconsejar al cristiano a no endeudarse y no apurarse para tomar decisiones financieras. La bendición material sobre la vida de un cristiano está lejos de pasar tan solamente por diezmar y ofrendar. Esto es importante e imprescindible, condición necesaria, pero insuficiente. Estar al día con el diezmo y ofrendar no es una licencia para manejarse como se quiera con la economía, ni mucho menos un permiso para el despilfarro o las decisiones apresuradas. 

Sin embargo, hay cristianos que toman decisiones pensando en que todo va a estar bien, que Dios nos va a prosperar o que Dios va a suplir, o que Dios proveerá, y todas esas justificaciones que el cristiano tiene adaptado a su jerga y que, de tanto escucharlas en forma aislada, se terminan convirtiendo en argumentos que a la postre se levantan en contra del verdadero conocimiento de Cristo y se terminan convirtiendo en conductas que son desobedientes a sus principios. 

El cristiano debe siempre buscar la guía del Espíritu Santo en cada situación de su vida, procurando encontrar la sabiduría antes de tomar una decisión. Cada decisión del cristiano debe ser meditada y bien pensada.

Los bienes que se adquieren de prisa al principio, no serán al final bendecidos.
Proverbios 20:21

Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!
Proverbios 21:5 (NVI)

Bienaventurado el varón que (…) en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche, (…) todo lo que hace, prosperará.
Salmo 1

Dios es especialmente contrario a las deudas. Toda la ley de Dios está llena de referencia en contra de las deudas. Por ejemplo, las deudas tenían que ser perdonadas al séptimo año, a los esclavos había que ofrecerles la libertad al séptimo año, y en el año 50, todas las tierras tenían que volver sus dueños originales. En adición a esto, Dios le prometió a su pueblo lo siguiente: 

Ya que Jehová tu Dios te habrá bendecido, como te ha dicho, prestarás entonces a muchas naciones, mas tú no tomarás prestado;
Deuteronomio 15:6

No es recomendable tomar deuda para el consumo de bienes no durables. Uno debe consumir en el mismo o menor nivel en el que gana. Si el dinero no me alcanza para consumir determinadas cosas, sacarlas a pagar en cuotas o pedir prestado para obtenerlas es un mal camino. 

Si a una persona no le alcanza el dinero para llegar a fin de mes (como se dice popularmente) y saca un préstamo o compra un bien en cuotas, ¿de dónde sacará dinero los meses siguientes para pagar la cuota del préstamo o la cuota de la compra a crédito?

La clave del mejor consumo es privarse de consumir hoy, ahorrar, y consumir mejor más adelante. Por ejemplo: el celular último modelo que hoy sale $24.000, lo puedes obtener en 24 cuotas de $1.000. Suponiendo que te sobran $1.000 por mes, tienes dos opciones. Lo obtienes ya y lo pagas en cuotas, o ahorras esos $1.000 cada mes para comprarlo al contado luego. En 18 meses, habrás ahorrado $18.000, y quizás el precio del celular ya haya caído a ese valor. Lo comprás al contado y más barato. Claro, eso implica cultivar la paciencia y saber esperar.

El ejemplo del celular es muy aplicable para la mayoría de los bienes que consumimos. Cada vez que un nuevo bien de consumo sale al mercado, la gente se desespera por obtenerlo, y por lo general lo obtienen a un precio elevado y a costa de deuda. No hay porqué tener todo ya. Esperar te va a dar buenos resultados. Y por otro lado, no hay satisfacción más grande que comprar algo y saber que es 100% tuyo y que no se lo debes a nadie, ni tienes que trabajar los próximos meses de tu vida para pagarlo.

Si en todo caso, la situación amerita que se actúe ya y no se puede esperar, es absolutamente necesario que el cristiano tenga control de su presupuesto y sepa cuánto dinero le sobra al mes, para saber si puede hacer frente a la cuota. No es gasto y después veo

Si un cristiano usa deuda constantemente para sostener su nivel de consumo, puede llegar a acumular deuda al punto tal de quebrar. Cuando compra a crédito o pide préstamos para el consumo de bienes no durables, los bienes se consumieron, y en caso de no poder pagar por ellos, ¿de dónde vas a sacar para pagar? Comer afuera, cine, estadio, vacaciones, etc., son todos consumos que se agotan en el momento. No duran. Y si todo ese consumo se hace sin control, acumulando deuda, cuando tengas que pagar por eso, tendrás que vender otros bienes que tengas, o vas a tener que sacrificar buena parte de tus ingresos futuros en el pago de la misma. Te sentirás esclavo de tu deudor. Sentirás la frustración de trabajar y trabajar solo para pagar cuentas y no vas a poder disfrutar del fruto de tu trabajo. No hay nada peor que trabajar y no poder disfrutar el dinero que se gana, porque hay que pagar las malas decisiones financieras que arrastro del pasado por haber manejado mal las finanzas. 

La buena salud financiera pasa por ahorrar. Y en este sentido, hay que derribar mitos. La verdad es que SIEMPRE SE PUEDE AHORRAR. Tu tienes que obligarte a ahorrar. Aunque sean $400 por mes. No debes menospreciar tu capacidad de ahorrar, por pequeña que sea. Al final del año habrás ahorrado $4.800. No es una fortuna, pero no desprecies lo poco que puedas ahorrar.

Obligarte a ahorrar va a moderar tu conducta. Poner el ahorro en prioridad, te va a permitir privarte de ciertos consumos que no son estrictamente necesarios. Yo sé que no es simpática la vida con privaciones y que queremos darnos gustos, pero si no te privas hoy en aras de construir una vida más sana financieramente, las privaciones no acabarán nunca. En el capítulo 11 ahondaremos en este concepto.

Empezarás ahorrando poco, terminarás ahorrando mucho más, y tendrás un mejor futuro. Recuerda: lo ideal no es gastar y luego pagar. Mejor es ahorrar, luego consumir. Pero aun mejor que ahorrar y consumir, es ahorrar e invertir. No te gastes todo tu ahorro en el futuro consumo. Parte del ahorro (cuánto más mejor) debe invertirse, para que esa inversión produzca nuevos ahorros o incluso ganancias. Una compra no produce ganancias, una inversión, sí. 

El ahorro es una conducta bíblica y forma parte de las mejores prácticas de administración financiera que se conocen en el mundo.