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Desordenado y vacío

“Y la tierra estaba desordenada y vacía…” . Génesis 1:2. La Biblia dice que cuando Dios creó los cielos y la tierra, la tierra estaba d...

martes, 24 de mayo de 2016

Impuestos

El año 2016 se ha caracterizado por ser el año de la suba del costo de vida en Uruguay. Aumentó el boleto de transporte capitalino, las tarifas de luz, agua y telecomunicaciones, se encareció el crédito mediante el aumento de los encajes bancarios y recientemente el Ministro de Economía anunció que en la próxima rendición de cuentas se estiman aumentos en la tributación del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas, entre otros elementos que se piensan para aliviar las alicaídas cuentas del fisco nacional que están agobiadas por un déficit preocupante.
A todo esto debe sumársele que la inflación hace meses que se encuentra por encima del 10%, lo que se vio agravado por los efectos de los cataclismos climáticos a los que nuestro país fue sometido. Los desastres ecológicos que arruinaron buena parte de las cosechas hace que los productores necesiten recaudar lo mismo que tenían planeado recaudar, pero ahora con menos producto para ofrecer, lo que hace que el precio de los mismos suba.
Inflación, más aumento de tarifas, más aumento de impuestos es un cóctel que a nadie le cae bien. A nadie le gusta (principalmente a los trabajadores que tienen ingresos fijos) ver cómo su dinero rinde cada vez menos, mes a mes. Tampoco es agradable que un aumento de impuestos haga que el líquido del recibo de sueldo del próximo més marque menos que el mes anterior.
Y, ¿por qué esto es así? ¿Por qué a nadie le gusta que el dinero le rinda menos o tener que pagar más impuestos? Porqué desde siempre el mundo vive bajo una consigna: “Todo es posible para el que tiene dinero”.
Desde la escuela, el liceo y la educación superior, nos pasamos probablemente de 20 a 25 años de nuestras vidas en un sistema educativo que nos prepara para dedicarle nuestra vida al dinero, por qué sin él, nada es posible.
Se nos cría desde chicos para que estudiemos con el fin de conseguir buenos trabajos que nos paguen mucho dinero. Para tener una casa dónde vivir necesitamos dinero. Para tener algún nivel de confort, necesitamos dinero. Para acceder a la mejor educación para nuestro hijos o para uno mismo, la mejor salud para nuestra familia y la mejor y más natural alimentación, se necesita dinero. Y mucho.
Y el dinero es ingrato, por que uno le dedica la vida a él, las mejores horas del día por él, y sin embargo él nunca alcanza. Y en un contexto de inflación y ajuste fiscal, alcanza menos.
Claro, cuando la enfermedad es terminal, ahí no importa cuánto dinero tenemos acumulado. Cuando el momento de la muerte nos llega, no importa cuánto dinero podamos haber acumulado, no podemos hacer que nuestro corazón lata.
Así nos lo hizo notar Jesús:
la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
Lucas 12:13-20

Jesús se dedicó a proponernos una nueva consigna: “Todo es posible para el que cree”.
Jesús nos venía a enseñar que el poder de la fe es superior al poder del dinero y que incluso es un poder ilimitado: puede actuar más allá de los límites luego de los cuales el dinero no ofrece soluciones. Jesús nos enseñó que en lugar de dedicar nuestra vida a hacer dinero, dedicáramos nuestra vida a Él, y Él no dejaría que nada nos falte (Mateo 6:33), sino que, por el contrario, nos prometió abundancia (Juan 10:10).
Toda la obra de Jesús fue un constante intento de hacernos entender que es mentira que todo es posible para el que tiene dinero, sino que todo es posible para el que cree en Él.
En cierta ocasión (Mateo 14:13-21; Juan 6:1-13), Jesús estaba hablando a una multitud que había recorrido muchos kilómetros para escuchar a Jesús. Cuando anochecía, Jesús no quiso que la gente se fuera de regreso a sus casas sin comer y les planteó a sus discípulos el desafío de darles de comer. Los discípulos le plantearon a Jesús que ni aun si tuvieran 200 denarios podrían darle de comer a la gente. Un denario era un jornal de un obrero. Es decir, Jesús les plantea un desafío y ellos para resolverlo le buscan la lógica desde el lado de lo que el dinero les puede resolver. La historia es conocida. Jesús tomó unos pocos panes y peces y usó su poder para multiplicarlos de forma que se pudieran alimentar todos.
Jesús quiere que entendamos que no es con dinero o acumulación de dinero que se logran las cosas, sino con fe en él.
En este contexto, ¿cómo debería reaccionar un cristiano ante los anuncios de las últimas horas?
También eso Jesús lo dejó enseñado.
Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? El dijo: Sí.
Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños?
Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.
Mateo 17:24-27
Nota: las dos dracmas era un impuesto que se cobraba para la manutención del templo. Un estatero equivale a cuatro dracmas, o sea a dos impuestos.
A Jesús se le fiscaliza si paga el impuesto al templo y para cumplir con esa obligación, debemos notar que Jesús no convoca a Judas Iscariote (que era el tesorero de Jesús) y le solicita dinero para pagar la obligación, que sería lo que típicamente haríamos cualquiera de nosotros. Es más, es lo que vamos a hacer nosotros cuando ya nos venga descontado del sueldo un poco más de IRPF. Estaríamos virtualmente sacando de nuestro dinero para pagar más impuesto.
Jesús no le pide dinero a su tesorero para hacer frente a esa obligación. Sabemos que Jesús tenía dinero (Lucas 8:3) y que lo manejaba Judas, que por su lado se autoliquidaba una “comisión por administración y custodia” (Juan 12:6) – ni que fuera una AFAP. ¿Porqué no lo hace, si es lo que cualqueira hubiera hecho? Porque nos quería dejar una enseñanza.
Primero dice que estaba dispuesto a pagar el impuesto, aunque de pronto no le correspondía (él era, en definitiva, el Señor del Templo), y lo iba a hacer para que los demás no se sintieran ofendidos o escandalizados. Y para eso, no se hacía problema. Ni se fijó si tenía dinero suficiente o no, ni hizo cálculos. Hizo un milagro y se consiguió el dinero necesario para él y para Pedro. Dios es creador, así que si uno necesita, nuestro padre que tiene como oficio el ser creador, lo crea para nosotros.
Nuevamente Jesús enseñando que no le hacía falta el dinero. Él era portador de un poder muy superior.
Y esto nos dice dos cosas.
La primera: para la iglesia de Jesucristo. Gozamos por norma constitucional de una exoneración de impuestos que muchas veces se vio atacada desde lo discursivo por políticos inescrupulosos y llenos de resentimiento contra las religiones todas. Si algún día se deroga esa norma y tenemos qué pagar impuestos, ¿para qué escandalizarnos? Lo pagamos y listo. ¿De qué preocuparse? No habrá necesidad de andar haciendo cuentas a ver si nos alcanzará o no, porque hacer eso es declarar que actuamos según el permiso que el dios dinero nos otorga. Llegado el caso, pagaremos los impuestos que hayan de ser pagados y aun así cumpliremos con nuestras obras y demás obligaciones. Dios es creador. Suplirá, si creemos en él.
La segunda: a cada cristiano. ¿Te van a subir los impuestos? ¿Te subieron todos los costos de tu presupuesto familiar? Tranquilo, calma. No desesperes por el panorama que te muestran los números. Confía en que Jesús tiene más poder que cualquier circunstancia. Si crees en él, TODO te será posible.
Es probable que en la medida en que estamos verificando este escenario de inflación alta y suba de impuestos, el dinero te deje de rendir. Posiblemente tenías algún dinero guardado para alguna cosa y vas a tener que empezar a usarlo para cubrir los gastos del mes. No tengas pena por eso. Dios te dará todas las cosas si crees en él.
Tenías guardado dinero para salir de vacaciones con la familia en la próxima licencia. No tengas pena, si tienes que empezar a usar ese dinero. Dios te regalará las vacaciones que quieres tener con tu familia y será de manera milagrosa. Algún ingreso extra vas a tener, un ascenso inesperado, cambiarás de trabajo, o simplemente te regalarán las vacaciones. O talvez alguna otra alternativa imposible de imaginar. Lo importante no es saber cómo, sino saber que Dios lo hará.  Cree en él.
¿Tenías dinero guardado para hacer una reforma impostergable en tu casa, renovar el auto o el celular, comprarle una Tablet a un hijo tuyo? Dios suplirá todas las cosas. Confía en él. No dejes que los números cambien tu ánimo.
Paga el impuesto sin quejarte y de buena gana, porque tu felicidad y tu ánimo no dependen de cuánto dinero tienes disponible para alcanzar las cosas que deseas, sino que tu felicidad y ánimo deben provenir del Padre.
En el proverbio 30 versículos 8 y 9, un tal Agur hace la siguiente oración:
“No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario;  No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios”
Esta es precisamente la oración que un cristiano NO debe hacer. Nuestro ánimo, nuestra espiritualidad, nuestra relación con Dios NO puede depender de nuestras circunstancias económicas. No podemos maldecir a Dios si estamos en necesidad, así como tampoco nos podemos olvidar de Dios si tenemos riquezas. Antes bien, tenemos que saber agradecer a Dios en todas las circunstancias, porque si somos agradecidos a Dios cuanto tenemos escasez, seremos agradecidos cuanto tengamos lo justo y seremos agradecidos cuanto tengamos mucho. Nuestro amor por Dios no puede depender de nuestra situación.
Imagínate que en lugar de Dios estuviéramos hablando de tu padre biológico. Si éste fuera pobre, no dejarías de amar a tu padre, por más pobre que fuera y por más imposibilidades que haya tenido para darte una mejor vida. No se te ocurriría maldecir a tu padre por no haberte dado mejor nivel de vida, si no podía. Es horroroso (aunque los hay) los hijos que desprecian a sus padres por ser pobres.
Pero por otro lado, si tuvieras un padre biológico rico, no le dirías “deja, padre, no me compres un auto, mirá que si me olvido de ustedes y no los vengo a visitar más. Mejor me das la plata para el ómnibus, y dame lo justo y necesario para moverme en la semana, así el fin de semana me veo obligado a venir a visitarte para que me des más”.
Si tuvieras un padre rico, éste te daría un auto aun a riesgo de que te olvides de él, porque un padre que ama y tiene con qué no anda haciendo pasar necesidades a sus hijos por razones egoístas (porque quiero que me vengan a ver o que dependan de mi).
De la misma forma Dios te dice: “no te olvides de mí cuando hagas las riquezas, porque las riquezas las vas a hacer, eso de seguro. Y cuando las hagas, no te olvides de mí” (Deuteronomio 8:11-18).
Finalizo con esto.
Cuando el dios dinero te dice “todo es posible con dinero”, Jesús te dice “al que cree, todo es posible” (Marcos 9:23).
Cuando el dios dinero te dice “sin mí, nada podés hacer”, Jesús te dice separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).



esd

lunes, 16 de mayo de 2016

Desordenado y vacío

“Y la tierra estaba desordenada y vacía…”. Génesis 1:2.


La Biblia dice que cuando Dios creó los cielos y la tierra, la tierra estaba desordenada y vacía. Pero, ¿cómo puede algo que está desordenado, estar vacío? Imaginen una habitación completamente vacía, sin nada más que las cuatro paredes y el techo. Si está totalmente vacío, no puede estar desordenado. El desorden no tiene sentido sin la existencia de objetos que estén dispuestos en el espacio de una forma que no sea ordenada (valga la redundancia), esto es, sin un criterio definido, de forma totalmente azarosa.
Dicen los que saben que el desorden es la tendencia natural del universo. Todo tiende naturalmente a desordenarse, ya que para que algo esté ordenado, alguien tiene que hacer un esfuerzo. Sino pregúntenles a vuestros hijos adolescentes por qué no ordenan su cuarto. Esa es la razón también por la cual mi señora me pide encarecidamente, y por lo general con poco éxito, que haga la cama todas las mañanas. Ordenar requiere que alguien haga un esfuerzo, un gasto de energía. Ordenar requiere que alguien intervenga.
Esta tendencia natural al desorden es explicada por los físicos mediante la segunda ley de la termodinámica cuyo enunciado más conocido reza: “La cantidad de entropía (desorden) del universo tiende a incrementarse con el tiempo”. (Perdónenme, estudiantes de física, por haber igualado “entropía” con “desorden”; es para que los indoctos como yo entendamos mejor).
Pensemos en el universo como un todo, y supongamos que es en sí mismo un sistema aislado que partió de un estado de equilibrio termodinámico, la física nos enseña que su tendencia natural es al desorden.
Confieso que al escribir esto me entran unas “saudades” de mi época de estudiante, así que no voy a ahondar mucho más en los conceptos científicos para no aburrir al amable lector.
Lo cierto es que Dios creó el universo en función de todas las leyes de la física que el hombre con el tiempo fue descubriendo y lo dejó ahí. Suelto. Librado al azar. Y la consecuencia fue el desorden. Naturalmente.
Pero el universo no estaba vacío literalmente, como la ausencia de objetos. El término vacío en este versículo refiere a un vacío de sentido, una ausencia de razón de ser. Imagínense una extensión de campo, lleno de yuyos y con muchos ladrillos esparcidos desordenadamente sobre la misma. Diríamos que es un pedazo de campo vacío, abandonado. Ahora, si intervenimos en ese escenario y gastamos nuestra energía y hacemos un esfuerzo para poner un ladrillo sobre el otro, haremos una casa. Si arrancamos la maleza y la quemamos, finalmente podríamos decir que tenemos una linda finca. Y, ¿cuál es la razón de ser de una finca? Que alguien la habite. El orden genera sentido, razón de ser.
Dios hizo el universo y lo dejó ahí, desordenado y vacío, es decir, abandonado. Sin una razón de ser. ¿Para qué lo habré creado? – se pudo haber preguntado.
Pero Dios no creó el universo simplemente porque estaba aburrido. Dios estaba solo, y no quería estar solo.
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, es decir, hizo al hombre cómo una réplica suya. Luego dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo. Si el hombre es una réplica de Dios, esto significa que tampoco para Dios mismo era bueno estar solo. Como no quería estar solo, ideó la posibilidad de crear al hombre.
Pero, si creaba al hombre, ¿dónde lo pondría?
Ahí comenzó el proceso de creación del universo, el lugar dónde Dios pondría al hombre, a su creación más preciada.
Hizo al universo y ahí lo dejó, a ver si por sí solo era capaz de algo. Pero el universo, por naturaleza, tiende al desorden. No era capaz de nada. No podía poner al hombre ahí.
Esto estaba vacío, abandonado, como la extensión de matorral lleno de piedras tiradas al azar.         No tenía sentido de ser así. Necesitaba una intervención, un agente externo que aplicando trabajo (esfuerzo, energía) pudiera tomar la materia y ordenarla con un cierto criterio con el objetivo de crear un lugar digno del hombre, digno de esa réplica de Dios.
Con el universo en aquel estado, primario y precario, era imposible la vida tal como la conocemos hoy. Entonces Dios interviene. Juntó toda la materia en un mismo punto y la hizo explotar generando así una gran masa incandescente de luz, según dicen los científicos, aunque actualmente estén revisando esa teoría. Moisés no tenía el vocabulario científico como para expresarlo en esas palabras, entonces anotó: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (Génesis 1:3).
El resto de la historia es conocida. Dios primero crea el escenario, luego pone al actor. Crea el planeta más maravilloso del que se tenga conocimiento y coloca allí a su creación más preciada, a su réplica: el hombre.
Cuando tenemos la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza, apreciar un paisaje, respirar la belleza de la biósfera, lo que estamos observando es todo lo que Dios creó para nosotros. Es la mayor muestra de amor.
Me hace acordar cuando Giovanna y yo esperábamos a nuestra primera hija, Julieta. Teníamos un dormitorio extra en casa que se convertiría en el dormitorio de Julieta. Antes de que Julieta viniera, ese dormitorio no tenía mucha razón de ser, era un depósito. Tenía una cama de una plaza que había pertenecido a mi esposa cuando era niña, pero no había niña que durmiera en ella. No estaba desordenado por una cuestión de orden, pero aun así, estaba vacío, aun estando lleno de cosas.
Cuando supimos que Julieta venía en camino, comenzamos a trabajar. Convoqué a un artista de murales, mi tío Ricardo, para que pintara un mural en la pared. Luego, junto con el “Tata” Guido, lo enmarcamos en madera y le pusimos unas luces tenues que alumbraran desde arriba. Pusimos un par de repisas para los peluches y restauramos una vieja cómoda.
Estaba todo listo. Nos detuvimos a observar la obra de nuestras manos, la que hicimos para esperar a nuestra hija, cómo diciéndole: “está todo pronto, Julieta. Te estamos esperando. Vení cuando quieras. Todo esto hicimos para esperarte, porque te amamos”.
Lo mismo hizo Dios. El cantante Jesús Adrián Romero lo expresó de manera inmejorable en una de sus canciones.
Me dice que me ama cuando escucho llover / Me dice que me ama con un atardecer / Lo dice sin palabras con las olas del mar / Lo dice en la mañana con mi respirar
Me dice que me ama y que conmigo quiere estar / Me dice que me busca cuando salgo yo a pasear / Que ha hecho lo que existe para llamar mi atención / Que quiere conquistarme y alegrar mi corazón
En resumen. Puedes tener una vida llena de cosas, y aun sentir que está vacía. Lo bueno es que Dios quiere intervenir en tu vida, ordenar esas cosas, y darle sentido a tu vida. El universo estaba vacío, desordenado, abandonado, sin sentido, sin razón de ser, hasta que Dios interviene y comienza a obrar, le da un sentido, una razón. ¿Cuál es la razón de ser del universo? Albergarnos a nosotros, la creación más preciada de Dios.
¿Cuál es la razón de ser de tu vida y de todas las cosas que has conseguido a lo largo de ella? Puedes tener un montón de cosas en tu vida, podés haber alcanzado un montón de sueños, pero la acumulación de todo eso no le va a dar un sentido a tu existencia.
Cómo me lo enseñó mi pastor Miguel “La vida es el regalo que Dios nos hizo. Lo que hacemos con nuestra vida, es el regalo que nosotros le hacemos a Dios”.


esd

Acerca del matrimonio

El matrimonio no es un estado irreversible. La gente se casa y después se divorcian y ya. Los números lo demuestran, la cantidad de matrimonios sucumbe ante la cantidad de divorcios.
El matrimonio no es un estado irreversible, pero para que el matrimonio tenga éxito, debe ser encarado como una decisión irreversible. La fortaleza del vínculo y su durabilidad dependerán del compromiso y la decisión de las partes, no de las mariposas en el estómago.
 Nuestra cultura está impregnada de un mal, el relativismo. Para el relativismo, nada es absoluto, todo es relativo y subjetivo. El relativismo acepta que cada uno forme su propia verdad de las cosas y les da legitimidad. El resultado está a la vista: la ausencia de algunos (aunque sea unos pocos) valores morales que se consideren como absolutos da a lugar al libertinaje con el que se cometen atropellos de todo tipo, con casi nula resistencia general.
Un marco de referencia absoluto, aunque sea pequeño, de algunos pocos valores colectivamente consensuados, es necesario tener en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público, como afirmaba Platón.
De esta tendencia, el matrimonio no escapó, como tampoco escapó muchos otros aspectos de la vida cotidiana. Tendemos a encarar muchas cosas de la vida bajo las consignas de “bueno, vamos viendo”, “estamos probando”, “vamos a ver que sale”. Cuando uno encara las cosas bajo esos conceptos, el fracaso se asegura, puesto que ante las primeras dificultades, el bajarse del barco está justificado, ya que uno simplemente “estaba probando” a ver “qué salía”.
No obstante, cuando uno planifica y toma una decisión convencido, no hay lugar para el “estamos probando” ni para el “vamos a ver qué sale”. Si se está convencido, se encara, se va para adelante, y se atraviesan todas las tormentas.
Jesús nos advirtió que las tormentas vendrían a nuestras vidas. Si se nos viene todo abajo o si resiste dependerá de la “roca” sobre la cual se edificó “la casa”, haciendo una alegoría donde expresa que con fuertes y adecuados fundamentos, lo que se construye sobre eso debe resistir.
Para quienes creemos en Jesús, sus palabras y enseñanzas son ese fuerte fundamento sobre el cual, si se construye, podemos estar seguros que va a resistir.
Si un matrimonio o relación de pareja (o un negocio o cualquier proyecto de la vida) se encaran bajo premisas del tipo “nos estamos conociendo”, “vamos viendo”, queda librado al azar de los acontecimientos. Si les va bien, bárbaro. Si no les va bien, bueno, afortunadamente estas cosas son reversibles, se separan o divorcian y ya.  Las cosas quedan libradas al azar, y así libradas, poco es lo que podemos hacer para corregir rumbos o arreglarlas.
Por eso, en nuestra modesta opinión, nos pareció que el matrimonio, como cosa seria que es, debía encararse con (valga la redundancia) seriedad y planificación, pero sobre todo con convicción y basados en esos valores morales absolutos sobre los cuales pensábamos cimentar la decisión, que en nuestro caso no es más que la Palabra de Dios. Así, luego de mucha meditación y de dejar de lado las mariposas del estómago, es decir, desprovistos de la opinión de las emociones (las cuales nunca son fiables), una vez que estuvimos convencidos, decidimos tomar la decisión de casarnos. Así, convencidos, nos pusimos de novios. Y uno de los elementos que formaban esos valores absolutos (que nosotros lo tomamos y lo dimos por absoluto) es que el matrimonio es irreversible.
El principio de que el matrimonio es irreversible a nosotros nos sirvió para muchas cosas. En primer lugar para orientar nuestras decisiones día a día. Pone un norte, muestra una guía a seguir. Ante las adversidades y problemas que surgen en la vida, y de las cuales no estuvimos ajenos (Terencio), el análisis de las variables a considerar para salir de las situaciones conflictivas deja de lado la posibilidad de la extinción del vínculo. Entonces, toda solución se centra en un aspecto irrenunciable: la solución debe, indefectiblemente, contemplar la más tenaz, acérrima y absoluta imposibilidad de poner en duda la decisión original de casarse.
Para lograr esto por encima de las emociones, los sentimientos, y las circunstancias, el matrimonio se debe basar en dos elementos: decisión y compromiso.


esd

domingo, 15 de mayo de 2016

Efectos Adversos

El retroceso de la social democracia francesa y el avance de la extrema derecha como consecuencia del mayo francés.
31/03/2014
La banalización de la política, proceso que trasciende a quien escribe en virtud de los años que lleva de iniciado, no ha estado ajena al proceso de frivolización general en el que la sociedad está aletargadamente inmersa. En este mundo en donde las formas importan más que el contenido, la política es sinónimo de buena publicidad, esloganes, lugares comunes y modas. Del debate de ideas, de la discusión de programas, poco queda ya, y acaso no es esto más que la consecuencia de una sociedad cada vez menos formada, ya que bajos niveles de formación generan personas con bajo niveles de interés por la información.
Así, el Uruguay tiene hoy un presidente que fue más bien elegido por las habilidades publicistas del Dr.Costa Bonino, por ser un hombre campechano, “común y corriente” como el vulgo: un tipo de barrio. Un estereotipo tristemente admirado con esnobismo. Apenas a una minoría, incapaz de influir en el juego de la democracia, le preocupó el hecho de diferenciar si está bien que un país sea gestionado por un individuo cuyas únicas credenciales son las de ser “un tipo común”.
La simpatía del Sr. Mujica en la sociedad uruguaya tiene como base, y tal vez único sustento, el hecho de ser un personaje que se identifica fácilmente con la gente común, que habla con sus modismos  y usa un auto viejo. Una persona que solo tiene como méritos el ser una persona común y corriente, no es el perfil que una empresa de punta tiene en cuenta para contratar un directivo o gerente, pero curiosa y contradictoriamente, a las sociedades se les ha dado por pensar que lo que no funcionaría en una empresa, sí funcionaría gobernando un país.
Así hemos llegado al día de hoy, en donde en el epílogo de este gobierno, si un título hay que ponerle para resumirlo, sería el del gobierno de las excusas. Es que los hombres de éxito generan resultados, no buscan subterfugios, pero si algo ha marcado la impronta del discurso del presidente, basta con remitirse solamente a una publicación de prensa que resultó ser por demás elocuente: la edición 400 y subsiguientes del semanario Voces.
En la citada publicación, el presidente habló largo y sin filtros con el director del semanario, y no hizo otra cosa que llenar de justificaciones las páginas impresas. Y las justificaciones parecen girar en torno a un agente común: el sindicalismo. Aparentemente, la imposibilidad de concretar reformas en Afe era culpa de los funcionarios de Afe que “no lo dejaron”, que “no quisieron”, etc. Siguiendo, el tema de la educación también lo tuvo de víctima, ya que no pudo no se sabe bien qué con la UTU y entonces no se sabe bien tampoco que otra cosa hizo para salir el embrollo. Los docentes, le han hecho paros y dejado a alumnos sin clases, mientras todas las evaluaciones en materia de política educativa hacían reprobar la gestión. Y para adornar la torta, diremos que Alfredo Silva, Pablo Cabrera and company son los culpables de todos los males de la salud
El gremio de los funcionarios públicos parece que no le permite llevar a cabo la reforma del Estado, que para el gobierno pasa por quitar beneficios, sacar feriados, aumentar la jornada laboral y flexibilizar los procesos sumariales. Nulas intenciones de capacitar a los funcionarios o de elegirlos con tamiz más fino, de elegir a los mejores, para fortalecer la gestión pública.
En suma, todo da la impresión de que el presidente de la república es un pobre tipo víctima de la mala voluntad de todos. Pobre. A mí me da lástima. No por él. Sino por el lustro perdido.
Pero sería indebido cargar sobre los hombros del actual mandatario la responsabilidad del estado general de la política, no solo en Uruguay, no solo en el Mercosur, sino podríamos decir en el mundo entero, mundo en el que vale más el atuendo, que lo que propone hacer el postulante a gobernar. ¿O acaso no es muestra suficiente de este deterioro la entrada al Palacio del Eliseo de la modelo y cantante Carla Bruni? Ni siquiera un país que podía presumir de tener una tradición política intelectual y de discusión de ideas, ha podido evitar la frivolidad que impera en el globo.
Posiblemente queriendo ir en contra de esa frivolidad, el Sr. Mujica buscó trasgredir los estereotipos del gobernante tipo y decidió no usar corbatas, usar zapatos zaparrastrosos o no cortarse las uñas de los pies antes de mostrarlas. Ese pretendido intento de desafiar las formas, hubiera sido loable si hubiera estado lleno de contenido, si en lugar del gobernantes típico hubiéramos tenido un tipo desprolijo, tal vez, pero al menos capaz.
Marchionne no usa corbata, pero es Marchionne.
Y así, casi sin quererlo pero con todas las intenciones, llegamos a la situación actual del mapa político francés.
Publica Diario El País deEspaña lo siguiente:
El partido Socialista francés (PS) ha ganado la segunda vuelta de las elecciones cantonales, celebradas este domingo, con un 36,3% de los votos, según datos oficiales, aún provisionales. La Unión por un Movimiento Popular (UMP), la formación de centro derecha de Nicolas Sarkozy, con 19,7% se queda en un segundo lugar. El ultraderechista Frente Nacional, con un 11,3% alcanza la tercera posición y se instala definitivamente en la vida política francesa a 13 meses de las cruciales elecciones generales. Además, este porcentaje es algo engañoso: al tratarse de una segunda vuelta, esta formación ultraderechista sólo se presentaba en uno de cada cuatro cantones en liza. Es decir, su proyección de voto, a nivel estatal, es, muy probablemente, más amplia. Un dato importante es una abstención récord del 54%, que se explica (…) según los analistas, al desengaño y al hartazgo de los franceses respecto de su clase política.
(el destacado es mio).
No es Francia una isla aislada de los procesos que se llevan a cabo en el resto del mundo, sino que por estos momentos, al estar viviendo las instancias donde se le toma la temperatura al espectro político del país, es el ejemplo más fresco.
La social democracia europea se cae ante el avance, lento pero firme, de la ultraderecha. Así lo demuestran las tímidas afirmaciones de representantes de la izquierda francesa al decir que “el retroceso es menor de lo esperado" (François Fillon) o que “no está mal” haber mantenido la mayoría en “dos de cada tres departamentos” (Martine Aubry).
En la otra vereda, en contraste con los gestos adustos, se encuentran sonrisas, ya que un sondeo hecho público el mismo día de estos comicios por la cadena France 2 ratificaba las expectativas presidenciales de Le Pen. Según esta encuesta, la presidenta del Frente Nacional superaría ahora a Sarkozy en la primera vuelta de las próximas elecciones presidenciales y se jugaría con el candidato socialista la presidencia de la República en la segunda ronda (El País).
¿Qué vinculación tiene todo esto con el Mayo del 68? No la quiere ver solamente el que no quiere.
En su más reciente obra “La civilización del espectáculo” (ineludible tratado analítico para quien sea, no digo culto, pero al menos informado), el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa relata:
Hace ya de esto algunos años vi en París, en la televisión francesa, un documental que (…) describía la problemática de un liceo en las afueras de París, uno de esos barrios donde familias francesas empobrecidas se codean con inmigrantes de origen subsahariano, latinoamericano y árabes del Magreb. Este colegio secundario público (…) había sido escenario de violencias: golpizas a profesores, violaciones en los baños o corredores, enfrentamientos entre pandillas a navajazos y palazos, y si mal no recuerdo, hasta tiroteos.
(…) el director señalaba que gracias al detector de metales recién instalado, por el cual debían pasar ahora los estudiantes al ingresar al colegio, se decomisaban las manoplas, cuchillos y otras armas punzocortantes. De este modo, los hechos de sangre se habían reducido de manera drástica (…).
(…) una profesora (…) explicaba que, a fin de evitar los asaltos y palizas de antaño, ella y un grupo de profesores se habían puesto de acuerdo para encontrarse a una hora justa en la boca del metro más cercano y caminar juntos hasta el colegio (…). Aquella profesora y sus colegas, que iban diariamente a su trabajo como quien va al infierno, se habían resignado, aprendido a sobrevivir y no parecían imaginar siquiera que ejercer la docencia pudiera ser algo distinto a su vía crucis cotidiano.
A juzgar por lo que relata el autor, estamos asistiendo a un preocupante deterioro y desprestigio de la idea misma del docente y la docencia, y en general, de la idea de autoridad y orden. Y eso, innegable fruto de la lucha propiciada por algunos intelectuales por “liberarse” de un presunto “yugo” impuesto por los “propietarios de los medios de producción”, lejos de traer liberación, han venido convirtiendo a, por ejemplo, estos colegios franceses (así liberados) en instituciones caóticas y pequeñas satrapías de matones y delincuentes (cualquier similitud con la realidad cotidiana uruguaya no es mera coincidencia).
Prosiguiendo con el relato, Vargas Llosa cita a Foucault y uno de sus brillantes ensayos donde el filósofo francés sostenía que tanto la sexualidad, la psiquiatría, la religión, la justicia, el lenguaje y la enseñanza habían sido siempre una de esas estructuras de poder erigidas para reprimir y domesticar al cuerpo social, instalando sutiles pero muy eficaces formas de sometimiento y enajenación a fin de garantizar la perpetuación de los privilegios  y el control del poder de los grupos sociales dominantes.
Es que las ideas fermentadas por quienes desde Marx hasta Foucault se han sentido “sometidos” por las “clases dominantes”, profundizaron a partir del Mayo del 68 el debilitamiento generalizado de todos los órdenes de la sociedad, pero principalmente a la idea de orden y autoridad. Aquel divertido carnaval que proclamó como uno de sus lemas “prohibido prohibir” dio legitimidad a la idea de que toda autoridad es sospechosa, perniciosa y deleznable, y que el ideal libertario más noble es desconocerla, negarla y destruirla (Vargas Llosa).
Parece saleroso observar que el poder, ese preciso enemigo que querían combatir, no se vio afectado en lo más mínimo con este desplante simbólico de jóvenes rebeldes, ya que en las primeras elecciones luego de aquel mayo, la derecha gaullista obtuvo una rotunda victoria.
Pero la autoridad, como el prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad (RAE), no volvió a levantar cabeza. Y sigue diciendo el escritor peruano: “desde entonces, tanto en Europa como en buena parte del resto del mundo, son prácticamente inexistentes las figuras políticas y culturales que ejercen aquel magisterio moral e intelectual al mismo tiempo, de la autoridad clásica y que encarnaban a nivel popular los maestros, palabra que entonces sonaba tan bien porque se asociaba al saber y al idealismo… El maestro, despojado de credibilidad y autoridad, convertido en muchos casos, desde la perspectiva progresista, en representante del poder represivo, es decir en el enemigo al que, para alcanzar la libertad y la dignidad humana, había que resistir e, incluso, abatir, no sólo perdió la confianza y el respeto sin los cuales era imposible que cumpliera eficazmente su función de educador – de transmisor tanto valores como de conocimientos – ante sus alumnos, sino también el de los propios padres de familia y de filósofos revolucionarios que, a la manera del autor de Vigilar y castigar, personificaron en él uno de esos siniestros instrumento de los que – al igual que los guardianes de las cárceles y los psiquiatras de los manicomios -  se vale el establishment para embridar el espíritu crítico y la sana rebeldía de los niños y adolescentes”.
Y, a los efectos de este artículo, finaliza diciendo: “La civilización posmoderna ha desarmado moral y políticamente a la cultura de nuestro tiempo y ello explica en buena parte que algunos de los “monstruos” que creíamos extinguidos para siempre luego de la Segunda Guerra Mundial, como el nacionalismo más extremista y el racismo, hayan resucitado y merodeen una vez más sus valores y principios democráticos”.
Y así es como en Francia, hoy, una opción de carga racista y xenófoba amenaza con ciertas probabilidades de ganar. Según El País, las razones de la consolidación de Marine Le Pen son variadas y apuntan a que utiliza las ideas de república y laicismo para atacar a los inmigrantes y ha hecho suya la idea del proteccionismo frente a una Unión Europea que ya no protege a sus ciudadanos (Stéphane Rozès, profesor deSciences-Po).
Pero como los políticos no son otra cosa que el reflejo del estado de la sociedad, el éxito del Frente Nacional es el reflejo de que en buena parte de la población gala fermentan ideas extremadamente nacionalistas y antiinmigracionistas.
Esto ha hecho que, como afirma el escritor y analista Andrés Ortega, hoy la dicotomía en Europa radica entre tecnocracia o populismo, lo que hace que tienda a palidecer la diferencia entre izquierda y derecha, aunque la hay. Dice Ortega que frente a la tecnocracia, la alternativa que surge es el populismo que, desde la extrema derecha (en ocasiones desde la extrema izquierda), tienen un marcado carácter antieuropeo; al menos contra esta Europa que se está diseñando, aunque son esencialmente xenófobos.
Para ir de lo lejano a lo cercano, bastaría con observar los procesos políticos en nuestro país. Para eso, la invitación es a analizar como trepa al poder la izquierda en Uruguay. Es que, carentes de originalidad, la izquierda uruguaya ubicó a sus enemigos en los mismos lugares que todas las demás izquierdas del mundo, y como estrategia para alcanzar el poder, sirvió cualquier elemento que hablara mal de los gobiernos de turno, los criticara, y los desgastara.
En ese camino, los dirigentes de izquierda se rodearon de todas las fuerzas vivas sociales que tuvieran alguna crítica que hacerle a los gobiernos (representados por personas con nombres y apellidos) o a la oligarquía (ya más difusa en su identificación, tan difusa, que al día de hoy, según parece, no han podido con ella). Así, la izquierda, la anarquía, el clasismo, el sindicalismo y otros, formaron un conglomerado que tuvo como único objetivo alcanzar el poder y sacar a los que estaban.
Pero de todos esos nombrados, solo alcanzarían el poder los que integraban las listas y los que fueron designados por los triunfantes electorales. Los demás quedarían fuera. Por lo menos, formalmente.
Lo más radical de la izquierda se escindió enseguida al ver que los postulados radicales con los que se alzaron con amplias simpatías populares no serían puestos en práctica, ni de suyo, ni paulatinamente.
Y al sindicalismo le debían buena parte de su victoria electoral. Consciente de esto, el mismo se sentía en condiciones de presionar, porque entre otras cosas, bien sabe el Frente Amplio que así como el sindicalismo hizo caer propuestas concretas de gobiernos anteriores y contribuyó a su deterioro, también lo puede hacer con el gobierno actual. Y como aditivo a esa realidad, el sindicalismo hoy día lleva en sus filas muchos militantes de los escindidos, de los más radicales, y anarcos, que encuentran en el movimiento un lugar para sus expresiones políticas.
He ahí la criatura que alimentaron durante años, ahora ávida de ocupar un lugar que cree merecido por su esfuerzo militante. Y he ahí un gobierno incapaz de cualquier reforma e incluso incapaz de llevar una buena gestión por culpa, según ellos, del sindicalismo, de los funcionarios de AFE, de los docentes y sus paros, y un largo etcétera.
Así, introdujeron en la gestión de órganos políticos a personas que eran digitadas por los sindicatos, como en el caso de ASSE y la educación. Luego, quisieron sacárselos de encima y, como era obvio, no pudieron.
Lo lamentable de la especie es que la incapacidad total de gestión de los políticos que gobiernan es tal que todas las culpas recaen en determinadas personas que, al parecer, toda la sociedad también conviene en señalar.
¿No será, entonces, que no existían tales enemigos a destruir, como el establishment, o la oligarquía? ¿No será que erraron el camino? ¿No será hora de reconocer, a la luz de los resultados, de que es hora de que los políticos sean personas cultas, formadas, con soluciones reales a los problemas, y no incultos enamorados de corrientes filosóficas más o menos simpáticas? ¿No será hora de debatir seriamente si lo que precisamos en el poder es un tipo común y corriente, un demagogo, un populista, o alguien que sepa lo que debe hacer? ¿No será hora de que los uruguayos demandemos credenciales más exigentes a quienes se postulan a gobernarnos? Ya tuvimos a un tipo común y corriente, a un tipo de barrio. Creo que fue suficiente.
O acaso, ¿qué vamos a esperar? ¿El ascenso de una extrema derecha (o izquierda) xenófoba, fascista y antisemita? La historia nos ha dado suficientes ejemplos de lobos que se vistieron de ovejas para traer las soluciones a los problemas de un país, quienes aprovechándose del caos y el desorden causado por la frivolidad, han ascendido al poder para luego mostrar su veta demoníaca.
Nuestro país es hoy caldo de cultivo. Hay desorden, la autoridad se desconoce, quienes otrora gozaban de prestigio legítimo, hoy son don nadies. No parece haber quien pueda pararse firme ante el desenfreno y el daño. Nadie parece ser lo suficientemente valiente para detener el proceso involutivo que nos está llevando nuevamente al feudalismo. ¿Hasta cuándo vamos a desechar la virtud de las ideas, del debate constructivo, del análisis concienzudo a cambio de etiquetas?


esd

El cambalache futbolístico

Habiéndose convertido en una mercancía más de esta sociedad de consumo, carece de sentido la adhesión romántica histórica; más bien elijamos el producto que más nos guste para consumir.

“qué el futbol fue y será una porquería ya lo sé, en el 506, y en el 2000 también” rezaba el visionario Enrique Santos Discépolo Deluchi en su obra tanguera más famosa. Y se quedó corto, porque pasados ya poco menos de 15 años del año 2000, el futbol sigue tanto o peor.
No crean que me equivoqué al transcribir la letra del tango. Si bien es cierto que el autor se refería al “mundo” y no al futbol, y que en todo caso, lo que hice fue deformar la letra, nunca deformé el contenido ya que, si consideramos al futbol como parte del mundo, este mundo frívolo y decadente que el mismo “Discepolín” pronosticó, cabe perfectamente el cambio, más aun cuando ambas palabras conforman una rima asonante.
Un siglo atrás, contemporáneo con la adolescencia del tanguero, existió un señor, Scarone de apellido, hincha fanático mirasol, que tenía dos hijos. Uno, Hector Scarone (el de la famosa “tuya Hector”), el otro Carlos a quien su padre le recriminó su decisión de no jugar en Peñarol. Carlos había jugado en el aquel entonces CURCC y había emigrado a Buenos Aires. Al volver, Nacional le ofreció mejores condiciones económicas. Como quería evitar lo que el artista colombiano Fernando Pertuz pergeñó voluntariamente décadas después (en nombre del arte moderno donde todo es arte pero nada es), aceptó ir a Nacional. La anécdota dio origen a la denominación “manya” para los peñarolenses.
Cuenta la historia que luego de rechazar el ofrecimiento de Peñarol, que le aseguraba un pasar miserable, vistió la camiseta alba. Carlos Scarone decía despectivamente a sus pares carboneros: “jueguen ustedes, que son unos manyas”. Una buena tarde de julio de 1914, los “manyas” le ganaron 2 a 1 a Nacional un clásico jugado en el Parque Central. En la ocasión, Carlos Scarone tuvo una pésima actuación, habiendo sido marcado por el “japonés” Manuel Varela. Tras el acontecimiento, el padre de Scarone, tano cerrado, desairó a su hijo: “e perche no juega ahora usted que no es manya”. El historiador Eduardo Gutiérrez Cortinas sentencia la historia afirmando: “la definición despectiva de ‘manyas’ se convirtió desde entonces en una precisión de honestidad deportiva”. Lo que pretendió ser un agravio, se convirtió en el reconocimiento del hecho de que vestir la camiseta de Peñarol implicaba un sagrado que trascendía lo económico y solo se explica por la presunción de lucir los gloriosos colores de un cuadro con sabor a pueblo.
Esto pasó 100 años atrás y nadie en el Río de la Plata (excepto Discepolo, claro está) parecía verlo venir, pero llegó. A escasas décadas del nacimiento del futbol en nuestro país, los jugadores ya se involucraban en él tomando en cuenta lo económico en primer lugar. Claro, que para aquel entonces, no era la regla, sino más bien, por lo que muestra el relato histórico, la excepción. Y esto es algo que radica en la conciencia colectiva, que aquellos grandes jugadores que marcaron historias eran verdaderos héroes que lucharon por la gloria y que, la gran mayoría, murió pobre como nació.
Y mucho se le recrimina hoy al jugador moderno de no “dar todo” por temor a lesionarse, pero retozamos atiborrados de jolgorio y orgullo cuando vemos al “ruso” Pérez jugar buena parte del partido vendado tal cual momia de la antigüedad. Hoy se invirtió el juego. La regla pasó a ser la excepción.
Es que el deporte no logró mantenerse a contrapelo de la frívola tendencia mundial de vaciamiento de contenido, en favor del entretenimiento y el negocio. O mejor dicho, en favor del negocio del entretenimiento.
Sobre fines de marzo y principios de abril de 2014 pudimos asistir a momentos de crisis política en el gobierno del futbol donde se habla del presidente de la república, del ex – presidente de la AUF, del empresario Francisco Casal, del número uno de la Mutual Uruguaya de Futbolers Profesionales Enrique Saravia, y del pato celeste. En este affair estuvo metida toda la dirigencia de los clubes de primera división, y se habló que hasta la CONMEBOL y la FIFA. De los que no se habló, porque no estuvieron directamente involucrados, sino más bien manipulados por sus representantes sindicales, es de los jugadores de futbol. Y es que el nivel deplorable de intelectualidad y espíritu crítico de un jugador de futbol es tan bajo, que se ha convertido en un títere de lo que mande, o bien su empresario representante, o bien su dirigente sindical representante, en este caso, la dirigencia de la Mutual. Pero, los jugadores propiamente dichos, permanecieron callados. Ovejas de la manada, dejaron hablar al pastor, ya que a él se someten. Claro, no sabríamos decir si el pastor es una persona sola o varias.
Pero esto es la consecuencia de que en el futbol se fueron metiendo personas claramente más inteligentes que los propios jugadores y que han sabido sacar provecho económico de los mismos. Y esto es así porque en algún momento alguien le hizo creer a los jugadores que la práctica del deporte podía hacerse a expensas y en lugar del trabajo intelectual. Si a un jugador de futbol hoy se le preguntara si conoce a Aristóteles, Sócrates, Platón o algún otro integrante de la Academia Griega, dirían que al único Sócrates que conocen es al ya retirado crack brasileño, y que no sabían que existía un club llamado Racing en Grecia. Aquellos sabios de la antigüedad, ignorados por la mayoría de los futbolistas de hoy, insistían en que el cultivo del cuerpo debía indispensablemente coexistir y complementar el cultivo del espíritu y el intelecto, pues entendían que se enriquecían mutuamente.
Lejos de ser un espectáculo de destreza y armonía colectiva (como el buen futbol europeo), el futbol uruguayo ha involucionado a formas más cercanas a las de coliseo romano, donde la concurrencia al mismo sirve de pretexto para el desahogo de lo irracional, donde el individuo, amparado al anonimato de ser parte de una muchedumbre, da rienda suelta a sus instintos de rechazo al prójimo, y de conquista simbólica (y a veces real) del adversario. Es, quizás, un rescoldo de la cultura indígena de tribu. De esta forma, hemos sido testigos de cómo Amsterdam y Colombes (las tribunas) han sido destrozadas por personas que renuncian a su condición de civilizadas (si es que en algún momento lo son) para conducirse por una lubricidad primitiva y asesina.
¿Pero qué culpa se le podría achacar a los asistentes al espectáculo cuando sus “referentes”, los jugadores (y vaya que son referentes en este país) no son la excepción, como lo mostraron en los clásicos de verano de 2014? Cuando no son los propios dirigentes los que se invitan a pelear.
Es que hoy, los jugadores de futbol, como cualquier otro individuo, desocupada sus vidas interiores de inquietudes humanas (ya ni digo espirituales), podrán (alguno de ellos) gozar de un más que cómodo pasar económico, y haberse convertido en empresarios luego de amasar fortunas y ser grandes señores de la referencia cultural nacional, pero dan un espectáculo lamentable (tanto como el futbol uruguayo que se juega hoy) cuando deberían intervenir en cuestiones profundas que hacen al bienestar y progreso de la sociedad.
Y más disgusto da ver como algunos políticos (que tampoco están ajenos a la frivolidad y la banalización general) usan jugadores de futbol como una suerte de directores de la conciencia social de los sectores populares. Estos, como Antonio Pacheco y Álvaro Recoba junto a Sendic (cuando todavía era licenciado), o como Dario Silva junto al Dr. Sergio Abreu surgen declarando lo que para ellos es bueno o malo en el campo político, económico y social, como si tuvieran lucidez o inteligencia alguna en esas materias.
Lo que parece más donoso, por no decir triste, es que parecen no saber que su presencia en los medios responde exclusivamente a su histrionismo. 
Yendo a los hechos de marzo de 2014, aparentemente un buen presidente de una asociación uruguaya de futbol quería hacer el mejor negocio para vender los derechos de televisación de las eliminatorias 2018, pero eso, entre otras cosas que intentó hacer para reducir la dependencia económica de un solo grupo empresarial, no cayó bien a alguno de los dirigentes que conforman la asamblea (vaya a saber por qué no les cayó bien, pero las teorías conspirativas dicen que obedecen mandatos del grupo empresarial). Justamente, carentes del respaldo político necesario, perdieron la capacidad de dirigir el futbol.
Una trifulca (¿casual?) en las tribunas del Estadio Centenario, provocó una reacción intempestiva y acelerada (¿cuándo no?) del presidente de la república de turno (José Mujica) quitando la policía del interior de los escenarios deportivos, lo que provocó la preocupación de los jugadores de futbol por su seguridad personal, y esto derivó a que advirtieran que usarían el derecho de huelga si la policía no entraba al Centenario para el partido Peñarol – Miramar Misiones (clausura 2014), pero lejos de usar el derecho de huelga en la ocasión específica, la Mutual resolvió que una inminente quita de puntos a los clubes por no presentarse a jugar sería interpretada como un ataque al libre ejercicio de la huelga, lo que sería respondido con un paro total de las actividades. Para no alcanzar tal punto, la Mesa Ejecutiva de la AUF suspendió el partido, los equipos se salvaron de perder los puntos, y los jugadores no hicieron paro general.
Todos estos hechos demostraron que aquel Ejecutivo de la AUF presidido por Bauzá tenía poca influencia en los destinos del futbol. “Carencia de gobernabilidad” dijo el saliente presidente cuando justificó su renuncia.
Y lo que todo el mundo dice es que esto es el resultado de la presión ejercida por el grupo empresarial que hoy detenta los derechos de televisación y que no quiere competir, sino que quiere prescindir de que se liciten, y comprarlos en trato directo con la asociación. Dicha presión se habría dado por el lado de los presidentes de diversos clubes de primera división que dependen económicamente de las dádivas del referido grupo empresarial y que en virtud de ellas, se manifiestan políticamente en la asociación, no votando lo que el Ejecutivo propone, lo que constituye la quita del respaldo político.
Se ha afirmado también que, no siendo suficiente la presión que ejercen los dirigentes, y acortándose los tiempos en forma alarmante, la presión se redirigió hacia el terreno de lo político, ya que el resultado de la decisión del presidente de la república de retirar la seguridad dentro de los estadios mencionados, ha precipitado la salida de este ejecutivo, y esta salida es la que favorece al grupo empresarial.
Parece muy enmarañado suponer que una decisión de política de seguridad se haya tomado para beneficiar a un grupo empresarial, pero no lo es tanto cuando, dejando de lado las reuniones y personajes que pasearon por la Torre Ejecutiva en aquellos días, éste es el mismo grupo económico que consiguió los derechos del carnaval a la luz de aquel dantesco espectáculo que llevaron adelante el anterior presidente de la república y el empresario, subidos cada uno a un tamboril. Menos si se considera que a este grupo económico se le condonó una deuda fiscal por un temor (no tan bien fundado) de un juicio contra el estado, y paralelamente se le adjudicó una onda de canal abierto digital, en un proceso de adjudicación criticado por la propia izquierda, expresado en la letra de Alberto Grille en su semanario Caras y Caretas, quien afirmaba que allí hubieron intencionadas irregularidades para dejar fuera de la concesión a Fasano.
Pero los hechos hablan muy fuerte. La ciclotimia de un presidente que primero no iba a ver a Obama pero luego sí, también derivó que primero no iba a mandar policías al Estadio, pero luego sí. Algunos observan que luego de que Bauzá renunció. Como sea, cabe preguntarse si cambió algo entre el viernes 28/3 y el martes 01/04 con referencia a la violencia en el futbol, y es claro que la respuesta no es afirmativa, pero de pronto el presidente revió su decisión de no enviar policías a las canchas, al parecer, gracias a que algunos de los presidentes se comprometieron a tomar algunas decisiones a nivel de la AUF, como ser un reglamento de disciplina y el “compromiso” de invertir en tecnología de identificación de rostros y más cámaras en los escenarios (estamos a dos años de esos hechos, ¿y las cámaras?). No se entiende porqué tanto el reglamento de disciplina como el “compromiso” de la adquisición de mejoras tecnológicas no era algo que se podría haber exigido con Bauzá a la cabeza y de esa forma haber podido tener futbol sin problemas, haber evitado la amenaza de la Mutual de parar, y todo el desenlace que finalmente hubo.
Más bien los hechos parecen decir que muerto el perro se acabó la rabia. Sería irresponsable afirmar categóricamente que el presidente Mujica es un operador del grupo Casal, pero lo que nadie puede negar es que, si el nuevo Ejecutivo de la AUF no licita los derechos de televisión como quería el Ejecutivo presidido por Bauzá, entonces todos, desde la barrabrava de Nacional en los disturbios del miércoles 26, pasando por la dirigencia de la Mutual, los dirigentes de los clubes, hasta el propio presidente de la república, todos, consciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente, habrán operado en favor de los intereses de quien finalmente resulte adjudicatario de los derechos.
La frutilla de la torta la pone el vicepresidente de la república. El Cr. Danilo Astori no parece tener ya más amor propio. Actuando siempre bajo la sumisión del presidente, cada vez que ha querido alzar su voz lo ha hecho con resignación o, como en el caso que nos convoca, tarde, cuando ya no tiene efecto. Basta recordar cuando se opuso a la sanción del Impuesto a la Concentración de Inmuebles Rurales y el ninguneo al que fue expuesto por parte del equipo económico paralelo radicado en la OPP, bajo la aquiescencia del presidente. O cuando se opuso, sin éxito nuevamente, a la condonación de la deuda fiscal del empresario que rodea precisamente toda esta cuestión. Ahora, con el asunto resuelto (es decir, con Bauzá fuera) Astori salió a solidarizarse con el ex presidente y manifiestó que el futbol ha perdido soberanía para gobernarse a sí mismo a causa de la posición dominante de Tenfield.
Lo cierto es que hemos llegado a un punto en el que todas las evidencias nos permiten sugerir lo siguiente.
Existe una concepción generalizada y para nada errada de que el Estado es alarmantemente insuficiente en su rol de proteger al ciudadano en el marco de la ley, que no es otra cosa que la organización colectiva del derecho individual de legítima defensa. En este contexto, las rejas combinadas con alambre de púa primero, dejaron paso a las alarmas, para recibir en última instancia a las cercas eléctricas y a los servicios de domótica, esta última tecnología que consta de llenar nuestras casa de sensores y cámaras que trasmiten a través de internet a un smartphone o computadora para que tengamos monitoreadas nuestras casas en tiempo real. El avance de la delincuencia en la sociedad en general, no solo en el futbol, sumado a la ineficiencia estatal, ha hecho florecer la iniciativa privada en materia de seguridad. Para muestra también basta ver que hoy, no solo bancos y afines, sino cualquier negocio de cualquier rubro contará siempre con un guardia de seguridad privada.
Es tal la impotencia oficial, que ya no es la primera vez que se intenta debatir acerca de si es pertinente que los recursos que el Estado designa a seguridad se gasten en el futbol.
En mi opinión el debate no tiene oportunidad alguna, ya que si entendemos que la seguridad interior es resorte del Estado y que este es quien posee el monopolio del uso de la violencia como expresión colectiva del derecho individual de legítima defensa, entonces éste no debería plantearse la alternativa de tercerizarlo, sino de ser mejor en ese rol donde, hasta el momento, falla.
Pero de la observación se desprende claramente que cada centímetro de retroceso en el terreno de la seguridad ha sido ganado por la iniciativa privada, quien ofrece los más variados cocteles de seguridad para que la gente, siempre en el tren banal de esta sociedad de consumo, compre ilusiones. Y digo ilusiones, porque llenar mi vida de elementos de seguridad pasiva y/o activa, es simplemente la ilusión de que así estaré seguro, porque puedo estar lleno de alarmas, rejas y cámaras, pero si delincuentes me detienen en la vía pública para robarme y quieren matarme, lo harán sin que les tiemble el pulso, como ya lo vienen demostrando, y no van a preguntar si en mi casa tengo seguridad (parece broma que tocando el tema de la seguridad hogareña me venga la imagen de Recoba y Pacheco en una publicidad del rubro).
Y en el futbol el panorama es análogo. Hasta parece que hay quienes no quieren que la delincuencia decline, porque de esa manera declinaría su negocio. Decimos que la solución al problema de la violencia en el futbol es importar el modelo inglés. El modelo inglés, entre otros elementos, ha significado la inversión de millones de libras en el intento de detener el avance de los violentos, y lo logró con elevadísimos grados de satisfacción. Y si aquí se hace, será una perla más en el collar, en ese collar donde el Estado deja de cumplir su función por incompetente, le da la derecha a la iniciativa privada.
Y esto, estimado lector, no es otra cosa que la concepción neoclásica, neoliberal y minimalista del Estado. Reducir la presencia del Estado en la sociedad, hacer un Estado cada vez más pequeño, delegar en la iniciativa privada aquello que el Estado no puede (o no quiere cumplir).
Claramente, en los hechos, los actuales gobiernos que siempre criticaron aquella visión del Estado, hoy (al parecer) se ven obligados a llevarla a cabo.
Lo preocupante del hecho es que la tercerización de las funciones del Estado no resulta de la discusión y del debate, del pormenorizado análisis de la situación, y de la conclusión de éste es el mejor camino para alcanzar los objetivos que se plantean. Esta tercerización de las tareas de seguridad del Estado, que diáfanamente se viene verificando desde mucho antes que asumiera el actual gobierno, es el fruto del acorralamiento del Estado, un Estado que se ve asediado por el avance de una realidad concreta, que en este caso es la delincuencia. No obra por convicción propia, sino porque poco a poco no va teniendo más remedio que la solución que, no por casualidad, propone el mercado.
La pregunta que nos quitará el sueño entonces es, qué hará el Estado con los demás servicios que podría tercerizar, como el monopolio de la energía (UTE y ANCAP), la telefonía, o los servicios financieros estatales. ¿Qué hará con la Salud?
La sociedad uruguaya necesita ingresar en un debate serio acerca de su futuro. Si queremos que el Estado siga presente en la vida económica y social del país, significando eso un Estado grande, entonces definamos cómo, de qué manera se debe gestionar y busquemos poner a los mejores a gobernar. Si, por el contrario, gana terreno la idea de que el bienestar proviene de un Estado pequeño, apenas presente en lo que es indispensable que esté, que se dedique a legislar y controlar la actividad privada, y que ceda a ésta el terreno de los servicios, también entonces deberemos definir como ir hacia esto en forma consciente, y no como consecuencia del asedio.
Pero parece difícil que podamos debatir esto, en la forma necesaria, más difícil aun cuando vemos que la política de este país se sigue vaciando de contenido y llenando de slogans, donde lo único que importan son las encuestas, que no son más que el símil del rating para la televisión, y que en definitiva es lo que manda, porque todos apuestan a una sola cosa, sin importar las etiquetas (derecha, izquierda, centro, etc.): todos apuntan a lo que la gente quiere; y la gente, ¿qué quiere?
Hasta hace poco querían un tipo de político que sea rupturista del estereotipo habitual de la política uruguaya, en virtud del desprestigio en el que ésta estaba sumida. Ya lo tuvimos. ¿No será hora de que nos preocupemos por tener gente capaz? ¿No será hora de que dejemos de ver el paquete y pasemos a ver el contenido? Importa poco si usa corbata o no, importa poco si vive en el Rincón del Cerro o en el barrio privado La Tahona. Importa poco la familia de la que proviene. Importa poco su pasado. Importa poco como luce, y como habla. Eso son las formas. Eso es el paquete en el que viene envuelto.
Con la misma alocución con la que Carlos Manta arengaba a sus jugadores a demostrar que ellos eran contenido y no envase, es hora de que cambiemos nuestra forma de elegir nuestros referentes. Ya que todavía podemos elegirlos, porque no hay dudas de que llegará el momento en que así como el “mercado” nos dice cuáles son las soluciones en materia de seguridad que debemos comprar, también el “mercado” nos dirá a quién elegir, y nos dirá a quien elegir porque sería muy alevoso que sea el mercado mismo quien lo pusiera a dedo. Y esto no es locura. Surge de la observación de la realidad. Pasaron todos, blancos, colorados, y dos frenteamplistas (y bien distintos entre ellos). No hubo presidente que pudiera con “el mercado”.
Y esta es otra consecuencia de la banalización de la sociedad, donde importa más los nominados a participar del Bailando por un Sueño. Nuestra democracia se ha vaciado. Se ha vaciado de contenido. Es meramente formal. Nadie puede decir que verdaderamente detenta la voluntad del pueblo, cuando este no tiene qué decir al mandato de los poderosos.
Lejos estamos de recuperar terreno si ahora, como adorno a todo el bochorno que vive el futbol, individuos de nulas capacidades intelectuales, que solamente tienen como patrimonio su condición de personajes populares a los que siguen aquellos que apenas los equiparan, pretenden ingresar en la política, cuándo no, de la mano de la fuerza que comanda José Mujica. Solo espero que cuando la patria llame al pato celeste, le dé ocupado.
¿Mientras? Mientras, al decir de Debrod, inspirado en las ideas de alienación de Marx, la gente seguirá entregada al consumo sistemático de mercancías (la mayoría superfluas) que aseguren el mantener activa la fabricación de las mismas, para asegurar la producción que enriquece a los propietarios de los medios de producción (entre los que reviste Francisco Casal), evacuando su interior de inquietudes sociales y humanas, seguirá aislada y destruyendo su conciencia social, dejando de ser un peligro y hasta un antagonista para la clase dominante.
En este contexto, habiéndose el futbol convertido en una mercancía más de esta sociedad de consumo, carece de sentido la adhesión romántica histórica; más bien elijamos el producto que más nos guste para consumir. Yo, con gusto seguiré pagando apenas el paquete básico del servicio de cable, donde disfruto cada fin de semana del futbol que realmente agrada ver, el europeo. Y si me pasan algún partido de la bundesliga, mejor. Eso hasta que “el mercado” se avive y me empiece a cobrar aparte por ver el futbol europeo.


esd