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domingo, 24 de julio de 2016

Explotación política de la pobreza

Montevideo, 21 de junio de 2016.
Publicado en el Semanario Búsqueda

Sr. Director:
Hace décadas que en esta república mesocrática se promociona una campaña de desprestigio hacia una supuesta casta llamada “los ricos”, con una lógica que postula que si alguien tiene es porque otro no tiene, y para que el que no tiene llegue a tener, deberá sacarle al que tiene. El que tiene, por definición, es el rico. No importa cuánto tiene ni cómo lo consiguió; será digno del desprecio y la condena social, por el mero hecho de tener.
Para abonar dicho desprestigio, se les echará la culpa a “los ricos” por la existencia de los pobres, a efectos de hacerle creer a la gente pobre que su condición es culpa de “los ricos”, y que para progresar no hace falta ni el trabajo, ni el esfuerzo, ni el estudio; basta con que hayan políticos “sensibles” que se la jueguen y tuerzan la ley para despojar a “los ricos” de sus bienes, para repartírselos a los pobres.
Cómo los pobres (los que verdaderamente lo son, y los que no lo son pero creen serlo) son mayoría, eligen presidente. De ahí que a los políticos siempre les conviene que haya una cierta cantidad de pobres. El discurso de la mayoría de los políticos ya es de por si vacío, pero al menos hay discurso. Sin pobres, ni discurso tendrían.
A la inmensa mayoría de los políticos, que se llenan la boca con promesas de combate a la pobreza, no les interesan los pobres sino la simpatía que de ellos pueden ganar, para que los voten.
Estos badulaques lamentables no hacen más que desprestigiar un oficio tan noble como la política y abonar doctrinas de odio que luego se traducen en los dramas de convivencia social que sufrimos. 
Quienes roban en las calles lo hacen porque entienden que cualquiera que tiene algo en sus manos ya es rico y por lo tanto, digno de ser robado, porque es culpable de su precaria situación. El ratero no se detiene a analizar que, de pronto, su potencial víctima no es rica ni mucho menos, que lo poco que ha logrado lo ha hecho con mucho esfuerzo y que él también podría tener lo mismo que ella, si así lo quisiera. El ratero ya está manijeado y le resulta más eficiente robarle a alguien en la calle y luego venderlo, ya que con uno o dos días robando varias veces, sacaría lo que a un obrero le cuesta un mes de trabajo.
Recientemente, los diputados Pérez y Querejeta se enfrentaron al director de Casinos al proponer (fruto de un desconocimiento alarmante) que los recursos que el Estado invierte en la industria hípica se vuelquen a un aumento para los jubilados. Lo más pavoroso del asunto surgió cuando Pérez le respondió a Chá (quién oportunamente defendió la política del gobierno en la materia): “en la vida cada cual elige a quien defender. Chá eligió defender a los dueños de caballos que son ricos y yo elijo defender a los pobres”.
Nuevamente aquí la demagogia y la argucia de este charlatán vocinglero que muy poco le importan los pobres, ya que de lo contrario no querría destruir una industria que genera puestos de trabajo no calificados, dirigidos precisamente a esas personas que, de no ser por la existencia de estas industrias, serían no pobres, sino indigentes, y probablemente, dados a los malos hábitos. 
Pero quizá lo más vituperable de las declaraciones de Pérez es decir que los dueños de caballos son ricos. O ignora la realidad o la tergiversa malintencionadamente. Si bien es cierto que una persona verdaderamente rica puede llegar a ser lo que quiera (desde dueño de un caballo hasta dueño de un banco), es sorprendente cómo Pérez ignora que existen dueños de caballos que con gran esfuerzo logran adquirir uno, que hay caballos que son propiedad no de uno, sino de varios propietarios que se asocian para tratar de llegar a tener uno, y un sinfín de variedades entre las cuales con seguridad hay propietarios que gozan de un pasar económico sin sobresaltos, pero que están muy lejos de ser ricos, y que viven de su trabajo diario, como comerciantes u otras profesiones. 
No resta otra conclusión que lamentar el vil y despreciable nivel intelectual de algunos de los políticos que, con su hacer y decir, desprestigian la institucionalidad democrática del país, porque dejan la impresión de que cualquier zascandil puede llegar a diputado. 
Emanuel Seropián Dive.

viernes, 15 de julio de 2016

Acerca del Sr. Edgardo Novick

Montevideo, 02 de junio de 2016.
Publicado en el Semanario Búsqueda
http://www.busqueda.com.uy/nota/novick-ii-2/novick-ii-2

Sr. Director:
Luego de las elecciones municipales, quedé muy preocupado por el elevado porcentaje de votación con el que la gente se adhirió a una campaña demagógica y absolutamente carente de propuestas e ideas (más bien basada casi exclusivamente en manifestaciones de indignación por el estado de la ciudad, críticas a la persona del Ing. Daniel Martínez con intento de desprestigiar su supuesta capacidad de gobierno en virtud de los números de ANCAP, y el comodín usado por todos los políticos: decir que los funcionarios públicos son muchos y que se van a deshacer de buena parte de ellos), encabezada por el candidato Sr. Edgardo Novick.
Me pareció alarmante que un individuo que posee únicamente una formidable capacidad de financiamiento de su campaña, pudiera irrumpir en el escenario político con tanta fuerza, sin un partido político detrás (la Concertación está lejos de ser un partido propiamente dicho), pero lo que más me inquieta es que los demás Partidos políticos no se hayan casi inmutado con el asunto.  
El Sr. Novick no representa a ningún partido con ubicación institucional nacional, sino que más bien es el resultado de una combinación entre el pergeño armado por las dirigencias de los partidos tradicionales para intentar ganar Montevideo y su inteligencia propia. Con un entusiasmo imparable, ya se llevó un diputado y un senador del Partido Colorado para armar su propio partido, cosa que aún no se ha concretado.
Pero estos hechos por si solos no son suficientes para que sea convocado a una reunión de la máxima dirigencia del país para definir políticas de Estado en materia de seguridad. Sorprendentemente, el Sr. Novick fue convocado por el Dr. Vázquez junto a los líderes de los demás partidos políticos con representación parlamentaria para discutir acerca de seguridad. Gran movida del Dr. Vázquez para fastidiar a la oposición (¿por qué no lo invita también a debatir la política del petróleo con los ex presidentes?), pero lo asombroso es ver cómo los demás asisten pasivamente. El Sr. Novick, con el mayor respeto hacia su persona (esto no es un juicio a su persona sino un análisis político de coyuntura), no posee por sí mismo la legitimación que sí poseen los partidos con representación parlamentaria para contribuir a determinar políticas de Estado, ya que esta legitimidad está avalada por la forma en que se constituyen, la regularidad de su funcionamiento, sus autoridades formalmente constituidas y (nada menos) el voto popular. 
El Sr. Novick no solo no posee legitimación, sino que tampoco ostenta representación alguna para exponer sus propuestas al mismo nivel y en plano de igualdad con los dirigentes de los partidos con representación parlamentaria. La representación del pueblo la ostentan los señores senadores y diputados electos en elecciones nacionales. El Sr. Novick apenas puede arrogarse cierta representatividad por transitiva a través de los ediles departamentales de Montevideo que fueron electos por sus listas, y apenas para aquellos temas referidos a la ciudad en los ámbitos departamentales.
Nadie parece advertir el peligro que genera esta situación. En el sistema político uruguayo, más preocupados en el cuidado de la imagen y el discurso políticamente correcto, cada vez existen menos dirigentes que analicen los hechos, sus posibles consecuencias, y que alcen valientemente la voz ante estos fenómenos de individuos que aparecen desvinculados del sistema de partidos y de la legitimación por el voto popular, y que comiencen a actuar y a ejercer liderazgos.
Estamos a las puertas de un infligirle un enorme daño a las tradiciones que han hecho sólida y fuerte a la democracia uruguaya y a nadie parece inquietarle. Si los partidos tradicionales no despiertan de su letargo rápidamente y con contundencia, en poco tiempo nuestro prestigio político se verá afectado con acontecimientos como los que hace poco vivió Guatemala, o con personajes histriónicos del tipo Trump. Y ahí, capaz que la oposición se va a lamentar del espacio que le cedió al Sr. Novick por no haberle dado gobernabilidad al intendente de Montevideo. “No queremos más endeudamiento para la ciudad” gritaron desgarrándose las vestiduras de oposición responsable y no hubo siquiera uno que pudiera medir la magistral movida que el Sr. Novick podría llegar a hacer, cuando le dejaron la cancha libre, metiendo un magistral cambio de frente, pasando de ser el que criticaba al intendente por inepto a ser el que le facilitaba la plata para sus obras. Se me podrá decir que con el diario del lunes es fácil criticar, y lo que yo digo es que el país extraña a aquellos políticos de calidad que supo tener que eran los que anticipaban magistralmente el diario del lunes.
También se lamentarán de no haber puesto el grito en el cielo cuando el presidente de la república le concedió este espacio para discutir políticas de estado.
Pero cuando llegan los tiempos del arrepentimiento, suele ser demasiado tarde.
Emanuel Seropián Dive.