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lunes, 8 de enero de 2018

Temor de Jehová.

Sermón predicado el 03 de enero de 2017 en la iglesia Tiempo de la Gloria de Dios.

Video: click aquí.

1.- Experiencias 
1.1- Desarrollo histórico 
1.1.1- El avivamiento de Azusa Street

No siempre hubo hambre de sentir la presencia de Dios en la historia del cristianismo. La idea de “sentir” a Dios no siempre formó parte de la liturgia cristiana, sino que recobró impulso desde hace aproximadamente unos 100 años para acá con el nacimiento del pentecostalismo que data del avivamiento en Los Angeles (del cual recordarán que de cuyos descendientes recibimos una visita el año pasado).
A partir de ahí se comienza a hacer hincapié en tener experiencias sensoriales, de ser capaces de conectar nuestro ser espiritual con el mundo espiritual y vivir experiencias, sentir emociones fuertes que impacten nuestras vidas. Hace 100 años, el avivamiento en Azusa Street trajo nuevamente un mover del Espíritu Santo como en los días de la Iglesia Primitiva. La gente volvía a hablar en otras lenguas en forma espontánea, ferviente y frecuente. El fuego estaba encendido nuevamente y la gente se sumaba a la iglesia porque las experiencias emocionales eran ineludibles. Este movimiento se extendió con asombrosa rapidez a todo el mundo, marcando una nueva era en la iglesia evangélica mundial.

1.2- ¿Se puede sentir a Dios?
No es un concepto equivocado en lo absoluto. Está bien que el cristiano procure sentir a Dios, sentir algo especial, distinto, que le evidencie la existencia de Dios. Seguramente, sentir a Dios todo el tiempo debe ser una bendición. De hecho, la Biblia nos dice lo siguiente:

Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, (…). 
Salmo 63:1 

David decía “mi carne te anhela”, con lo que nos enseña que nuestra carne, es decir, nuestro cuerpo, puede sentir a Dios, y que una vez que hemos sentido a Dios, queremos sentirlo siempre.
Lo extrañamos.
Sin dudas debe ser una experiencia maravillosa.
Inolvidable.
“Mi alma tiene sed” de Dios significa que nuestras emociones necesitan de Dios para vivir. Esto es muy especial en este punto de la Biblia, porque no siempre se recoge que en la historia haya habido hambre de la presencia de Dios como la que sintió David. Antes de David, la vida virtuosa, la experiencia religiosa no era rutinaria, ni ritualística ni siquiera de fe. Se percibía como el dominio del arte de vivir en conformidad con las expectativas divinas.
En esta definición, los términos «dominio» y «arte» significan que la sabiduría es un proceso de satisfacción y no un logro en sí.
Son contados los personajes bíblicos que se registra que tuvieron experiencias con Dios, y todos ellos eran personalidades de relevancia. Si no era Moisés, era un juez y si no era un juez, era un profeta. 
David es la primera persona de la que se conoce que, dedicado a su cotidianeidad (cuidar las ovejas de su padre) buscaba la presencia de Dios. 

1.3- Reaccionando a su presencia 

Si un día tuviera la oportunidad de tener una entrevista personal, digamos, con el Presidente de los Estados Unidos, estoy seguro que cuando me toque ingresar al Salón Oval mis manos van a temblar, comenzaré a sudar, me pondría muy nervioso y seguramente me olvidaría de la mitad de las cosas que tendría pensado decirle. Que digo al ingresar al Salón Oval. En la puerta de la Casa Blanca ya me comenzaría a temblar todo. 
Eso es algo de lo más natural. Si alguna vez nos toca enfrentarnos a personas que están en eminencia, en autoridad, si no estamos acostumbrados a eso, nuestro cuerpo reaccionaría de maneras que no podríamos controlar. 
Nos ocurre cuando nos enfrentamos a una entrevista de trabajo o cuando le confesamos nuestro amor a la persona de la que estamos enamorados. 
Ponernos nerviosos, que se nos eleve el ritmo cardíaco, sudar… serán todas reacciones del cuerpo que no vamos a poder evitar. Podremos llegar a calmarlas con un poco de respiración profunda, pero su aparición sería inevitable. 
Entonces, si mi cuerpo reaccionaría así ante la sola presencia de un ser humano que reviste relevancia, ¿cuánto más mi cuerpo reaccionaría si estuviera en la presencia misma del Creador del Universo? No lo resistiríamos. Por eso hay personas que al recibir el toque de Dios lloran, tiemblan, se caen al suelo, dan vueltas carnero, se contorsionan y vaya a saber qué más. Nuestro cuerpo no logra controlarse ante la presencia del Gran Rey. 

Hace un tiempo un amigo me compartió una experiencia que tuvo. El Señor lo guio a dirigirse a una costa. El camino era un lecho de piedras y en el final del mismo el mar golpeaba con ímpetu en las rocas. Sintió miedo al ver tan de cerca la furia del mar. Y enseguida reflexionó: si siento este miedo por estar parado acá, qué sentiría si estuviera en la presencia del mismo Dios. 

1.4- Mi experiencia personal 

De hecho, cuando recién conocí a Cristo, las primeras reuniones en la iglesia eran muy emotivas para mí. Me quebraba con facilidad. Llegué a perder el equilibrio en alguna ocasión y caer de espaldas. Mi anhelo por servir a este Dios que conocí toda la vida, pero que a partir de ese momento se me estaba revelando de una manera especial, era muy fuerte. Pero recuerdo que eso fue en los primeros meses; luego ese fuego se fue apagando. Yo oraba al Señor y le pedía insistentemente que me permitiera sentirlo. Llegué a dudar si acaso Dios no me había dejado, porque no lo había vuelto a sentir. Nunca más me había caído en su presencia o había llorado. Llegué a pensar literalmente que Dios no estaba conmigo, posiblemente por mi pecado, mis malos hábitos aun no resueltos, vaya a saber… 

Pero el hecho es que cuando recién me convertí lo sentía, luego no. 

Lo peor que le puede pasar a uno es estar rodeado de gente que sí lo siente como quien siente el aire o una brisa. Todo lo sienten y uno no. 

1.5- Sentir su presencia, ¿lo es todo? 

Escuché una canción hace un tiempo que decía así: 

cuando siento tu presencia / siento que el cielo viene a la tierra 
todo es perfecto cuando te siento / viene a mi alma un nuevo aliento 

Si yo me guiara por la letra de esta canción, hace tiempo que tendría que haber desfallecido, porque yo estuve años sin sentir nada, al punto de creer que Dios no estaba conmigo. El problema no es hacer hincapié con la presencia, sino con sentir la presencia. 

El ser humano depende mucho de lo que percibe por sus sentidos. Si no vemos, o no sentimos, se nos complica. Está bien que digamos “nada importa más que tu presencia”. No está bien que digamos “nada importa más que sentir tu presencia”

Todavía recuerdo aquella pregunta que nos hizo un pastor norteamericano en un campamento, en el año 2006. El campamento había estado glorioso, la presencia del Señor había sido tremenda (como suele ser en los eventos multitudinarios) y en la última prédica de ese campamento, cuando ya teníamos los bolsos armados para volvernos a nuestras ciudades, conquistar el mundo y comernos los nenes crudos, este pastor salió con una pregunta: “what are you gonna do when the music fades?” (¿qué vas a hacer cuando la música se apague?). Cuando vuelvas a tu ciudad, a tu iglesia, a tu dormitorio y ya no sientas las cosas maravillosas que has sentido en estos tres días, ¿qué vas a hacer? ¿Qué vas a hacer cuando la música se apague? Ese día aprendí algo que me cambió la vida: que no era necesario sentirlo. 

2.- Conocimiento 
2.1.- La base de la fe 

La Biblia nos enseña las siguientes cosas: 

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. 
Romanos 10:17 

La fe se fundamenta en oír la Palabra de Dios, no por sentir cosas. No por tener experiencias sobrenaturales o extrasensoriales. Es la proclamación, la enseñanza de la palabra, su aprendizaje y su puesta en práctica la que alimenta nuestra fe. 

Una fe basada en el conocimiento es una fe firme. Una fe basada en experiencias o en emociones es una fe débil, porque el día que dejes de sentir, ¿qué va a pasar? 
¿Qué va a pasar el día que vengas a la iglesia y ya no sientas las sensaciones que sentías antes? ¿Vas a dejar de venir? 
¿Qué va a pasar el día que entres a tu cuarto y no sientas las paredes temblar? ¿Vas a dejar de orar? 
¿Qué vas a hacer el día que el sermón del pastor ya no te emocione? ¿Vas a dejar de aprender? 

Es lindo sentir. Sí. Pero la base de nuestra fe tiene que ser el conocimiento, no los sentimientos. 

2.2.- Fe ES CONVICCIÓN, NO EMOCIONES. 

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 
Hebreos 11:1. 

La fe es certeza y convicción, y estas dos cosas son procesos intelectuales, no emocionales. 
Uno no está seguro y convencido de que ama a otra persona porque siente cosquillitas en el estómago. Eso no es así. Eso no es el amor; son las mismas cosquillitas que sentís cuando vas a dar un examen a la facultad, y hasta dónde yo sé, no conozco ninguna persona enamorada de dar exámenes. 
La fe es certeza y convicción que se alimentan por oir la Palabra de Dios. 
Y hay más. 

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 
Hebreos 11:6 

Es necesario que el que se acerca a Dios crea que Dios existe, no que sienta que Dios existe. Que crea que Dios existe, que esté convencido de eso. Convencido de lo que no se ve, es decir, de Dios, que no lo vemos, pero que Él nos ve… 

2.2.1- Casos concretos. 

Así que para ir entrenándonos en esto de fortalecer nuestra fe por el oir, no por el sentir, les voy a compartir algunas cosas de las Escrituras. 

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 
Mateo 18:19. 

Si estamos dos de acuerdo en pedirle algo a Dios, será hecho, porque Dios así lo ha establecido y punto. No es necesario sentir. 
“Ay, yo siento que Dios lo va a hacer”. Y si no lo sentís, también. 

Porque es Palabra de Dios que dejó establecido el poder del acuerdo. 
Si tu y yo nos ponemos de acuerdo en pedir por tu sanidad, tu sanidad viene, porque Dios así lo dijo, no importa qué cosas sentimos.
Si tu y yo nos ponemos de acuerdo en pedir la restauración de tu matrimonio, la restauración de tu matrimonio viene, porque Dios así lo dijo, no importa qué cosas sentimos.

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 
Mateo 18:20. 

Aquí hoy estamos más de dos reunidos en su nombre, por lo tanto Jesús está aquí. No importa si lo sentimos o no. Está acá. ¿Por qué yo lo siento? No. Porque la Biblia lo dice. 
Si entramos a una iglesia en dónde la alabanza y la adoración fluyen y generan un clima hermoso y propicio para entrar en su presencia, solemos decir: wow! Acá sí que se siente la presencia de Dios

Y si entramos en una iglesia de onda más tranqui dónde no sentís nada (o te sentís sapo de otro pozo) dónde las personas parecen parte de un batallón perfectamente ordenadas en sus asientos cantando himnos que leen de un librito, Jesús también está allí. 
Capaz que no da para que se manifieste. Capaz que es una congregación que no buscan manifestaciones de la presencia de Dios. Pero sería un insulto a los hermanos y un desconocimiento de la Palabra decir que la presencia de Dios no está allí. Sencillamente porque Dios lo dijo. Si Ud. va a una iglesia de esas características y no siente a Dios, bueno, pues problema suyo, no de ellos. 

Cuando esta verdad se siembra en nuestra mente, nuestra postura en la iglesia cambia. 

Porque si estamos convencidos de que Dios está presente, aun cuando no sentimos ninguna emoción, no podemos dejar de responder a su presencia. No es coherente que una persona permanezca en postura apática si está convencida de que Dios está presente. 

Jesús nos dijo que si nos encerramos en nuestro aposento a orar, Él nos escucharía lo que le decimos en lo secreto y actuará en público. Cuando yo me encierro a orar, Dios está ahí escuchándome. Si lo siento o no, es otro asunto. Pero Dios allí está. Si por no sentirlo, termino creyendo que no está o que no me escucha, no estoy haciendo caso a Hebreos 11:6 que acabo de citar dónde dice que es necesario que yo CREA que Él está para acercarme a Él. Si no creo que Dios está allí, tampoco me va a dar mi galardón. 

Va otra: 

El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende. 
Salmos 34:7 

Mire. Ahorita mismo a mi lado hay un ángel que hizo campamento acá al lado mío; en silencio. Ni me di cuenta cuando se me instaló. Me muevo y se mueve conmigo. No me lo puedo sacar de encima (tampoco quiero, ojo). Nunca lo vi. Nunca lo sentí. Es más, espero que no esté ofendido porque ni siquiera le hablo. Ni las gracias le doy. Le doy gracias a Dios por mandármelo, pero de agradecerle a él ni me acuerdo. No es pecado hablar con un ángel, de hecho, muchos personajes en la Biblia han tenido diálogo con ángeles. Pero como que no tenemos esa costumbre. Quisiera aprovechar estas líneas para que sepa que le estoy agradecido por su servicio. Pero, la verdad, nunca lo vi en acción. Imagino que todos los días salva varios golpes a mi favor sin que yo me dé cuenta. Estoy agradecido a Dios por eso. 

2.3.- Convicción es hacer lo que se debe, no lo que se siente. 

Esto es muy importante, porque marca nuestro patrón de conducta. 
En muchas ocasiones de la vida uno no cumple con su deber porque lo siente así. Muchas veces debemos cumplir con nuestro deber, precisamente por eso mismo: porque es un deber. ¿Es acaso una obligación? Bueno, si no le gusta la palabra obligación, se la puedo edulcorar, pero no adelanta. 

Ejemplo: Uno no se congrega porque viene a la casa de Dios a divertirse, o porque se siente cómodo, o porque la música suena bien, etc. Esto no es un cine a dónde uno viene a ver cómodamente una película. Uno se congrega porque es su deber. 
Y aquí entro en un tema importante. 

El deber por sobre el querer. 

Suena duro, pero es así. No me quiero explayar mucho en esto, porque no voy a dar una clase de deontología o de filosofía moral, para eso ya estudiamos a mi tocayo Emanuel Kant en el liceo. Pero sí me gustaría señalar que el ser humano debe actuar con la razón, por encima de las emociones y por encima de los dogmas. Así nos lo enseñó el apóstol Pablo quien nos exhortó a examinar todo y retener lo bueno (1º Tesalonicenses 5:21). 

Esto es lo que nos diferencia de los animales. En la naturaleza todo se encuentra condicionado por las leyes de la casualidad, mientras que los seres humanos tenemos lo que llamamos conciencia moral, dónde rigen imperativos que no conocen condiciones. Si se dice: no matarás, es un mandato que es siempre absolutamente válido. 

Todos los seres humanos tenemos la capacidad de razonar en cada momento si algo es bueno o malo. Hacemos lo bueno, porque debemos hacerlo, lo sintamos o no, nos guste o no. 

Este es el conflicto entre la carne y la santidad. Mientras que nuestros impulsos humanos nos llevan a hacer el mal que no queremos, es nuestra voluntad la que debe imponerse, ordenar a nuestra naturaleza pecaminosa que se someta a la ley de Dios. Somos nosotros los que debemos crucificar nuestra carne conjuntamente con Cristo, porque cuando nosotros merecíamos el castigo por nuestros pecados, Cristo tomó el lugar de nosotros, recibió ese castigo en la tortura y la crucifixión, pagó por nuestro pecado y nos regaló vida eterna. Nuestra decisión de crucificar nuestra carne, de morir a nuestros impulsos, es una decisión diaria que debemos tomar, sin importar si nos gusta o no, o si lo sentimos. Es más, por lo general, si nos dejamos guiar por lo que sentimos o por nuestros gustos, seguiríamos muertos en nuestros delitos y pecados (que tienen su atractivo). Pero yo prefiero buscar las delicias que están a la diestra de mi Padre (Salmos 16:11). 

2.3.1.- Ejemplo del individuo que se ahoga. 

Veo a una persona ahogándose y me debato entre la opción de salvarla, porque eso es lo correcto, sin importar ninguna otra razón. Pero también tengo otras opciones: 
  • Si el que se ahoga es un acreedor mío, capaz que lo dejo morir y me libro de la deuda. 
  • Si el que se ahoga es un deudor mío, lo salvo para poder cobrarme la deuda. El valor está en hacer lo correcto porque es lo correcto, no por un provecho personal. 
Lo correcto ha de hacerse porque es lo correcto, no por un beneficio personal, y ha de hacerse aun si al hacerlo me privo de un beneficio.

2.3.2.- Ejemplo de Sadrac, Mesac y Abed Nego. 

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. 
Daniel 3:16-18.

Lo que estos tres están diciendo es: “Nosotros vamos a hacer lo correcto porque Dios nos va a librar, y si no nos libra, aun así vamos a hacerlo correcto”
Lo correcto se hace porque es lo correcto, sin importar incluso si Dios actuará a nuestro favor o no. No hacemos lo correcto para forzar a Dios a hacer lo que nos conviene. Hacemos lo correcto porque es lo correcto.
Imagínense que por dentro, es muy probable que estos tres jóvenes pudieran estar sintiendo miedo, terror, tal vez aplacado por un poco de resignación. Pero no se dejan dominar por sus emociones ni por la aparente desesperación de la situación. 

2.3.3.- Ejemplo de Saúl. 

“Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando. Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 
Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. 
Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó. 
1º Samuel 13:6-14 

Saúl hizo algo que no debía: ofrecer el sacrificio. Eso era algo que tenía que hacer Samuel. Samuel le dijo que llegaría en determinado plazo a ese lugar para hacer el sacrificio. El plazo no había expirado aun, pero Samuel se dejó llevar por su ansiedad y por el pavor que sentía el pueblo. 

Nuestros sentimientos, emociones, inclinaciones, ejercen influencia sobre nuestras acciones. Eso le ocurrió a Saúl. Sólo la razón les pone filtro. Y es en base a la razón, a las convicciones y a las certezas que alimentamos nuestra fe. Saúl debió haber pasado su ansiedad por la razón y no debió haber hecho el sacrificio, sino que debió haber hecho lo correcto. 

2.4.- La base del crecimiento de la iglesia 

Conforme crecía el conocimiento de la palabra del Señor, se multiplicaba también el número de los discípulos.
Hechos 6:7 (RVC) 

En la iglesia primitiva sí que sentían a Dios. El Espiritu Santo caía a cada rato, los lugares temblaban, se hablaba en lenguas, los enfermos se sanaban. Se vivía una cotidianeidad sobrenatural. Y eso atraía a muchas personas. Aumentaba el número de creyentes, es decir, el número de personas que creen y que comenzaban a concurrir a dónde se reunía este nuevo movimiento. 
Los eventos sobrenaturales, y todo hecho que nos genera una emoción, todo lo que es palpable y se puede sentir, nos atrae al Camino. Nos trae a la iglesia. 
Pero una cosa es ser creyente, y otra cosa es ser cristiano. Hasta el diablo es creyente, pero no muy cristiano que se diga. 
Los milagros, las emociones, las sensaciones sirven para atraer a las personas. Sin duda que sí. 
Por esa razón el movimiento pentecostal es el movimiento de mayor crecimiento en la historia del cristianismo. Pero recién cuando el creyente crece en el conocimiento de la palabra del Señor, se multiplica el número de discípulos

Es lindo, necesario, y muy importante sentir a Dios. Vivir experiencias con él. Desear ser testigos de eventos sobrenaturales. Más relevante aun es estudiar su palabra, adquirir conocimiento, actuar de manera correcta. Pero eso no es todo… 

3.- Hay algo más 
3.1.- El ejemplo de salomón 

“Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. 
Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. 
Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. 
Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces” 
1º Reyes 11:1-9 

Vaya si Salomón lo tenía todo, ¿no? Tenía conocimiento, de eso no hay dudas. Y tenía experiencias sobrenaturales con Dios. Lo que acabamos de leer nos dice que Dios se le había aparecido dos veces. ¿A cuántos Dios se le apareció? Muchos de ustedes han sentido el toque de Dios, han sido llenos del Espíritu Santo, incluso son testigos de milagros pero, ¿cuántas veces Dios se les apareció? 
Y no son muchas las personas que pueden decir que Dios se le apareció. Podemos decir que se le apareció a Abraham, cuando recibió la visita de los tres varones. Se le apareció sin dudas a Moisés. Pero, si la memoria no me falla, no hay muchos más personajes a los que Dios se le haya aparecido. Jacob luchó con un ángel, Josué oyó la voz de Dios, pero no se le apareció; Samuel oyó la voz, Daniel recibió a un ángel, los profetas vieron visiones, pero que Dios se le aparezca a alguien, a muy pocos. 
Y Salomón fue uno de esos. ¡Vaya experiencia! Pero eso no es todo. Salomón no era una persona que tuviera solo un par de vivencias fuertes con el Espíritu Santo. También tenía conocimiento. Si tenía todo lo que venimos viendo a lo largo de la presente meditación, ¿qué le falló a Salomón para terminar siendo un pagano más?

Veamos, a continuación, lo más importante de esta reflexión. Las Escrituras nos enseñan lo siguiente: 

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento… 
Romanos 12:2 

Repasemos bien. Dice que vamos a ser transformados mediante la renovación de nuestro entendimiento; es decir, mediante la renovación de nuestra mente. No dice que las emociones nos transforman. Tampoco dice que lo que nos transforma sean las experiencias espirituales. Las experiencias te podrán marcar, podrán ser inolvidables, pero no necesariamente van a transformarte. Salomón vio a Dios dos veces, y eso no transformó su vida. 
Tu puedes querer con todo tu corazón sentir a Dios, tocarlo, verlo; puedes tener hambre de su presencia, y sed de su presencia, anhelarlo con todo tu corazón. Pero créeme. Sentir a Dios no va a transformar tu vida, tampoco te va a permitir permanecer en Él. 
A lo largo de mi vida he conocido a muchas personas que han tenido experiencias espirituales tremendas, y sin embargo no permanecieron en Jesús. Es más, solemos decir que si una persona se aparta del Señor es porque evidentemente nunca tuvo una experiencia personal con el Señor; y no es cierto. 
¡Vaya experiencia personal que tuvo Salomón, y sin embargo se apartó! 

Repasemos la vida de Jesús. ¿Cuántos personajes vivieron contemporáneos con Jesús tuvieron experiencias que ni Ud. ni yo hemos tenido, y sin embargo, nunca siguieron a Jesús? De los 5.000 hombres que alimentó milagrosamente con sus mujeres e hijos, ¿cuántos le siguieron? ¿Dónde estaban todos esos para defender a Jesús cuando lo iban a crucificar? ¿Dónde estaba Jairo, el que recuperó a su hija? ¿Dónde estaba el Centurión, que recuperó a su siervo? ¿Dónde estaba la mujer con flujo de sangre, el leproso, los ciegos, el mudo y sordo, el lunático? De los 10 leprosos que Jesús sanó una vez, solo uno volvió a darle gracias y seguirlo. ¿Y los otros nueve? ¿Eres consciente de lo que es la experiencia sobrenatural de que se te esté pudriendo la piel y que de repente, de un segundo a otro, la pases a tener tersa y suave como la de un bebé? ¡Otra que experiencia! Y, sin embargo, ¿dónde quedaron esos nueve? 
Por otro lado, vemos que las personas que permanecieron al lado de Jesús nunca recibieron de Él un milagro. Los discípulos nunca recibieron un milagro. Pero a los pies de la cruz, ¿Quiénes estaban? Las dos Marías, Juan, y presten atención: José de Arimatea y Nicodemo. 
Nicodemo era un rico fariseo, maestro de Israel y miembro del Sanedrín. Un “principal entre los judíos”. El único en defender a Jesús ante el Sanedrín y el que lo acompañó en su momento más duro. Yo quiero que ustedes sean conscientes de que haber defendido a Jesús ante el Concilio y estar a los pies de la cruz para Nicodemo en ese momento, le podía costar la vida. Y, ¿por qué lo hizo? ¿Tuvo una experiencia sobrenatural con Dios? No. Lo único que se conoce de Nicodemo es que tuvo un diálogo muy profundo con el Señor. 
José de Arimatea era otro idéntico a Nicodemo, integrante del Sanedrín, principal entre los judíos que no había consentido en el acuerdo ni en los hechos que llevaron a Jesucristo a la cruz. No se registra que haya recibido ningún milagro. Pero sin embargo, se jugó la ropa para hacerse con el cuerpo de Jesús y sepultarlo en su propio sepulcro, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo que entre los ricos se iba a encontrar su sepultura. 
Ahora, yo les he dicho que más importante que las experiencias y emociones es el conocimiento, pero no es lo más importante. Nada más veamos la historia de Salomón para darnos cuenta cómo terminó una persona que tenía ambas cosas: experiencias y conocimiento. La persona que terminó sus días en el paganismo fue Salomón, conocido por ser la persona con más sabiduría y conocimiento que pisó la tierra, luego de Jesús. Era de suponerse que tendría una fe sustentada en el conocimiento, tal cual yo lo vengo enseñando. Pero a pesar de tener conocimiento, racionalidad, terminó sus días conduciéndose por el camino de la necedad, ese camino que él mismo combatió con sus proverbios toda su vida. 
Entonces estaba en este punto en el que venía desarrollando una teoría en la que estaba convencido de que más importante que las emociones y que las experiencias es el conocimiento, cuando Dios me dice: revisá la vida de Salomón; hay algo más importante
Entonces me propuse estudiar la vida de Salomón y ver dónde falló, a ver si encuentro algo. Estudiar la vida de Salomón no es sencillo. Son 12 capítulos de Reyes, más los 31 de proverbios, Eclesiastés, Cantares y demás menciones a la vida de Salomón. Me iba a llevar un tiempito. Pero para fortuna mia, y de ustedes, la solución apareció rápido, porque la respuesta está en el primer capítulo de Proverbios. 

3.2- Sabiduría es, ante todo, temor de Dios. 

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” 
Proverbios 1:7 

La palabra es clara. Salomón mismo nos lo enseña. Sabiduría no es acumulación de conocimiento. No es mérito de intelectualidad. Sabiduría es primero, tener temor de Dios. Obedecer a Dios. Tener en cuenta su Palabra. El temor del Señor es la base del verdadero conocimiento. Verdadero conocimiento no es acumulación de lectura de libros, participación en seminarios, cursos o graduaciones. Todo eso es verdaderamente importante, pero lo fundamental es vivir una vida bajo el temor de Jehová

3.2.1.- ¿Qué es el temor? 

Cómo ya lo hemos enseñado más de una vez, pero no huelga hacerlo una vez más, la utilización del verbo temor no refiere aquí al miedo o al terror, fruto de una amenaza coactiva de castigo. Temor significa aquí reverencia, respeto; “es la actitud con que una persona reconoce el poder y la condición de la persona a la que se reverencia y se le rinde el debido respeto” o “sumisión en una debida relación ética con Dios” (DICCIONARIO EXPOSITIVO DE PALABRAS DEL ANTIGUO Y DEL NUEVO TESTAMENTO EXHAUSTIVO. W. E. VINE. EDITORIAL CARIBE, INC. UNA DIVISIÓN DE THOMAS NELSON, INC. © 1999 EDITORIAL CARIBE)

Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis
Éxodo 20:18-20 

El "no temáis" resaltado en negrita sí se refiere al miedo, y está diciendo: no tengan miedo, en un momento en el que el pueblo estaba aterrado al ver la manifestación de la gloria de Dios. Y luego se resaltó con un subrayado la función, el objetivo del temor reverente de Dios: "para que no pequéis".

3.2.2.- ¿Qué perdió Salomón? 

Salomón perdió eso: el temor de Jehová. No perdió su conocimiento ni su fortuna. Incluso, la experiencia de haber visto a Dios dos veces, tampoco la perdió. 
Pero perdió lo único que no debió haber perdido: el temor de Dios
 Al final del camino, debemos ajustar un poco nuestra opinión acerca de Salomón. Estamos muy agradecidos por el legado de conocimiento y sabiduría que nos dejó. Sus libros son material de consulta constante para no fallar en la vida y saber cómo manejarnos. Pero al final de su camino, resultó que no era el hombre más sabio. Ni siquiera que era un sabio. Al final de su camino, Salomón resultó tan necio como los necios que observó y de los cuales nos enseñó en todos sus escritos. Pero peor en su caso, porque una cosa es ser necio por no saber, y otra cosa es terminar siendo necio con todo el conocimiento acumulado que tenía Salomón. 
No. 
Salomón no fue el personaje más sabio en la tierra. Ni siquiera fue algo sabio. Ni siquiera un poco sabio. Y yo digo: cualquier persona que llegue al final de su vida habiendo retenido una sola cosa, el temor de Jehová, esa persona es más sabia que el mismo Salomón. No importa su nivel educativo, no importa cuántos libros lee por año, no importa de cuantas cosas sabe. Si retienes el temor de Jehová toda tu vida, habrás sido sabio. 

3.3.- La base de una fe inquebrantable 

Y esa es la clave de la fe. Debemos tener una fe basada en conocimiento, no en experiencias. Vaya si Salomón tenía experiencias. Pero también tenía conocimiento, pero le faltaba la base. Sobre todas las cosas, la clave de nuestra fe radica en el temor de Jehová. La clave de nuestra conducta radica en el temor de Jehová
Muchas veces solemos decir que las personas que se apartan de Dios es porque no tuvieron una experiencia real y viva con Dios, pero eso es falso. Vaya si Salomón las tuvo. Pero además, haciendo memoria, cuántas personas conocí yo en esos 17 años con el Señor que sí habían tenido experiencias fuertes con el Señor, y se han apartado. Muchas. Y de pronto, cuántas personas uno conoció que parecían muy apáticas, pero que permanecen fieles al Señor. Muchas también. 

Ahora, volvamos a un versículo que quedó medio colgado. 

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento… 
Romanos 12:2 

Uno lee que lo que transforma nuestra vida es la renovación del entendimiento y tiende a pensar que el entendimiento se renueva con conocimiento. Pero no es así. El entendimiento se renueva con sabiduría. ¿Cuál sabiduría? La verdadera sabiduría: el temor de Dios.

3.4.- Nuestra conducta y la omnipresencia de Dios 

La primera evidencia de que somos personas que tenemos temor de Dios es nuestra conducta. Mi carne, mis impulsos naturales, están siempre enemistados con Dios. Van en contra de su ley. No pueden sujetarse, por más que uno quiera. Entonces, ¿qué cosas me frenarían de hacer el mal? El temor de Dios. Ni mis experiencias, ni mi conocimiento. 
Dios es omnipresente. Es decir que su presencia está a nuestro lado siempre. En este mismo momento, en casa, en el trabajo, en la calle. En todos lados. Me está mirando siempre. Pero nosotros no tenemos plena conciencia de que Dios está mirándome. La prueba es la siguiente: hay cosas que no haríamos si alguien estuviera mirando, pero si no nos sabemos observadoa, las hacemos. ¿Por qué? ¿Si Dios te está mirando siempre? Entonces, ¿por qué pecamos? 
Piénsalo. 
Si fueras conciente al 100% de la presencia de Dios, no pecarías. 

Nos falta temor de Dios. 

Pecar es como si yo engañara a mi esposa en mi propia casa, a propósito, para que ella lo viera. Cuando pecamos, pecamos en la cara de Dios. Así nos lo enseñó el profeta Oseas. Dios le ordenó al profeta que se casara con una meretriz, una mujer fornicaria, y que tuviera hijos de fornicación. Es decir, que la mujer de Oseas no abandonó su oficio cuando se casó con el profeta y tuvo hijos concebidos trabajando. Imagínense. Casarse con una mujer meretriz que no abandona su oficio, sino que en tu propia casa recibe a sus clientes. Pues bien, así Dios se siente cuando pecamos en su rostro. 
¿Cómo es posible que vivamos la vida sin ser conscientes de que Dios me observa? El temor de Dios me hace consciente de su presencia. 

Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. 
Éxodo 20: 20 

No es un temor para que tenga miedo de que si hago algo malo Dios me va a castigar. Es un temor para que sea consciente de que Dios está a mi lado, mirándome, pero que está a mi favor, juega en el mismo equipo que yo, y es el vencedor y me dio esa victoria que Él consiguió. 

3.5- No es un temor de culpabilidad. 

Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él (...). Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 
Lucas 5:8-10 

Pedro se sintió culpable por no haber creído en Jesús cuando éste le dijo: “Boga mar adentro”. Pedro accede a ir a pescar más presionado por la multitud que se hallaba en ese momento mirando, que por creer en al palabra de Jesús. De hecho, le replica a Jesús que es de noche cuando se pesca, "pero si tu lo dices, voy". Pero en el fondo, un poco por desconfianza, tal vez otro poco por el cansancio de haber estado pescando toda la noche, Pedro no creía que podría pescar algo. Por eso en lugar de volver gozoso por la pesca y dar gracias al Señor, volvió atemorizado y no se sintió digno de estar cerca de Jesús. Pero Jesús le dice: No temas. Y le anuncia su llamado. 

El temor de Dios no es para vivir bajo culpabilidad. Presta atención. La culpa le robó a Pedro la posibilidad de sentir gozo por la pesca y dar gracias. La culpa te roba el gozo, te hace sentir indigno. Pero Jesús no quiere que sientas culpa, quiere que estés gozoso de las bendiciones que Él ha preparado para ti, y que las recibas. Pero quiere que seamos plenamente conscientes de que Él está a nuestro lado, mirándonos, acompañándonos siempre. 
Y nosotros debemos ser respetuosos de esa presencia. Pecar, actuar inconvenientemente, es una falta de respeto al hecho de que estamos en presencia de Dios todo el tiempo. Si hay cosas que no diríamos en la cara de ciertas personas porque son ofensivas, ¿por qué las diríamos frente a Dios? Sin embargo, lo hacemos. 

3.6.- Promesas

Mirá nada más las promesas incluidas en las Escrituras para los que le temen. 

Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre. 
Salmo 112:1-3 

El temor de Jehová aumentará los días(…). 
Proverbios 10:27 

Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová. 
Proverbios 22:4 

La verdadera humildad y el temor del Señor conducen a riquezas, a honor y a una larga vida. 
Proverbios 22:4 (NTV) 

Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. 
Salmos 34:9 

Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. 
Salmos 145:19 


Reflexión final
Dios nos dice: si tan solamente desearan tener temor de mi con el mismo ímpetu con el que desean sentir mi presencia…

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