El
pasado miércoles 8 de marzo, Uruguay vivió uno de esos momentos que quedan como
mojones en la historia. Una multitudinaria marcha (se estima que convocó unas
300.000 personas) se dio a lugar en el Centro y Cordón de Montevideo, con
réplicas en el interior. La consigna de la misma versaba sobre reivindicaciones
del movimiento feminista sobre las cuales no me voy a extender en el presente
artículo. Nada más mencionar y referencias algunas notas con las que me siento
identificado al respecto (que se pueden visitar aquí,
aquí,
y aquí).
Tampoco voy a profundizar en los actos de vandalismo y manifestaciones de odio
que intentaron desprestigiar la convocatoria (ya comenté aquí, aquí, aquí,
aquí,
y lo que ocurrió en Argentina aquí
y aquí).
Quiero
detenerme en la multitud que concurrió. Pocas veces Uruguay logra juntar tanta
gente en torno a una causa, la que sea. En 1983 fue el Río de Libertad, momento
que encontró a todos los orientales unidos en contra de un tirano, un enemigo
concreto y perfectamente identificado (con nombres y apellidos). Luego, hay que
trasladarse a momentos electorales, como la multitud con la que el Frente cerró
su campaña en 2004 en Av. Libertador, o la multitud de la rambla en 2009.
La
clave por la cual el la marcha logró tan amplia convocatoria no tiene otra
explicación más que la siguiente: se adhirió el PIT-CNT. Haciendo abuso de su
facultad de convocar al uso del derecho de huelga, convocó una huelga cuando no
había ningún motivo laboral por el cual reclamar; y lo hace para adherir a la
convocatoria del movimiento feminista.
La
secretaría de género del PIT-CNT, Milagro Pau, declaró en el programa “La tarde en casa” que la
convocatoria al paro se estudió para que tuviera el efecto más movilizador
posible. Y vaya si lo lograron. Pasar de ser una fecha que año a año pasa casi
desapercibida, a un mojón de la historia del país, no hay duda que la
diferencia la hizo el PIT-CNT con su capacidad movilizadora.
Por
tanto, la marcha del pasado 8/3 no fue otra cosa que una muestra de poder del
PIT-CNT. Nos mostró que cuando quiere, puede.
El
problema está en que el Uruguay viene perdiendo puestos de trabajo, nos
aumentan los impuestos, nos suben las tarifas, tenemos un déficit fiscal que
tiene paralizado al país, ANCAP se traga mil millones de dólares así como si
nada mientras el país no puede reactivar el ferrocarril para mejorar su
competitividad y atraer nuevas inversiones, cierran históricas industrias como
las ubicadas en Juan Lacaze, perdimos Pluna, perdimos Alas-U, la educación es
paupérrima, la inseguridad en el peor momento de la historia, y ante todo esto,
¿qué hace el PIT-CNT? Alguna declaración de prensa pour la gelerie y poco más.
La
marcha del 8/3 no tenía un enemigo claro al cual dedicarle esa demostración de
fuerza. ¿Quién es el responsable de la opresión sobre la mujer, la violencia
intrafamiliar, etc? El discurso está plagado de entelequias como “la sociedad”,
el “mandato social”, los “roles sociales”, el “machismo”, el “patriarcado”,
etc. Nadie en concreto. Ni Soros, ni Lord Rothschild.
¿Qué
fue entonces la marcha del 8/3 sino el entierro de lujo de la lucha de clases?
No lo
ve el que no quiere. El PIT-CNT no convoca a sus fuerzas contra el desempleo,
contra las fábricas que cierran, contra el dinero que año a año seguimos
pagando de deuda externa. No convoca a sus fuerzas para exigir que no se nos
siga endeudando. No convoca sus fuerzas para seguir combatiendo (como lo hacía
la vieja CNT) contra las estructuras económicas, que son las que, en última
instancia, provocan las diferencias, las brechas salariales, la delincuencia, y
la violencia. No. El enemigo ya no parece ser la clase dominante, los dueños
del capital. Los oprimidos ya no son los obreros que vendemos nuestra fuerza de
trabajo para vivir. El oprimido es solamente la mujer, y algunos hombres, los
afrodescendientes y los homosexuales. Si tuviste la desgracia de nacer
blanquito y ser cisgénero y heteroexual, por más que hayas nacido en el Marconi,
mi amigo, te tengo una noticia: sos el opresor.
Ya
que hablamos del Marconi. Sabemos que hay barrios enteros que son gobernados
por poderes paralelos de carácter delictivo que someten a los pobres a una vida
de miedo y servidumbre, pero para eso no hay Marcha.
Los
dueños de los bienes de capital aplauden de pie las marchas como la del 8/3. No
fue contra ellos.
De
las 300.000 personas que marcharon, no creo que muchas de ellas (más bien creo
que ninguna de ellas) tuvieran problemas para parar la olla a fin de mes. Esos
no tienen sindicato, y no pueden darse el lujo de hacer huelga, a no sea que se
haga contra su empresa para exigirle un mejor pago.
Los
verdaderos oprimidos no están más en las marchas, como en 1983.
Los
verdaderos oprimidos ya no están representados en el PIT-CNT. Es más, les queda
demasiado grande la sigla CNT.
En el
PIT hay hoy día un séquito de nuevos pitucos que hace rato se olvidaron lo que
es cumplir un horario y aguantarse a un jefe abusivo. Ya no representan a los
oprimidos, sino a las capas medias que con sus reclamos muchas veces oprimen más
a los sojuzgados (como cuando los docentes dejan sin clases a los pobres).
La
lucha de clases, señores, ha muerto. O mejor dicho, probablemente el conflicto entre
trabajo y capital continúe existiendo, pero ni el PIT ni el FA, levantan ya más
esa bandera.
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