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miércoles, 2 de septiembre de 2020

El cristiano y el dinero. Capítulo 10

El diezmo nos ayuda a ahorrar y prosperar


Diezmar es un acto de fe; es separar el diezmo primero, antes de pagar las demás cuentas, sin saber si lo que va a sobrar alcanzará. 

Ejecutar gastos sin la seguridad de que se pueden pagar, confiando en que Dios de alguna manera nos dará provisión, NO ES UN ACTO DE FE, sino un acto de presunción, como se vio en el capítulo anterior. Es obligación del cristiano sentarse a calcular si tiene lo necesario para hacer frente a sus gastos. No podemos hacer gastos diciendo que Dios nos va a ayudar, si Dios no nos dijo que hiciéramos ese gasto y que nos iba a ayudar.

No obstante esto, el diezmo es diferente, porque es el único caso en toda la Biblia en la que Dios mismo nos pide que lo demos sin hacer cálculos, aun aunque no estemos seguros de que podremos hacer frente a las demás obligaciones, porque Él mismo se compromete a bendecirnos.

Da con generosidad y serás más rico; sé tacaño y lo perderás todo.
Proverbios 11:24

Más allá de su significado espiritual, el diezmo es una conducta financiera recomendable para la buena administración y la prosperidad. Requiere coraje limitar los gastos de modo de poder cumplir con el diezmo. Y eso te va a educar para que limites tus gastos en aras del ahorro y la inversión, también. 

Es imposible que una persona progrese económicamente si gasta absolutamente todo lo que le entra. El progreso económico ha sido siempre, a lo largo de la historia, fruto de la capacidad de las personas de ahorrar e invertir (para lo cual se requiere no gastar todo lo que ingresa). Así lo hizo José, que obligó al pueblo de Egipto a ahorrar durante la época buena, administró correctamente durante la época mala, y pasado ese período, le sobró grano para darle al pueblo para que vuelvan a sembrar. 

Las personas que practican el diezmo son personas que están llevando adelante una buena práctica de administración financiera. Empezamos primero cumpliendo estrictamente con el diezmo y obligamos al resto de nuestras obligaciones a acomodarse al 90%. Pronto, tendremos bajo control nuestro presupuesto y sabremos tomar decisiones que hagan que nuestros gastos no superen ese 90%. Una vez allí, podremos seguir adelante controlando aun mejor nuestros gastos para comenzar a ahorrar.

Es más fácil gastar después de haber ahorrado, que ahorrar después de haber gastado. Por tanto, si esperas que te sobre para diezmar (o ahorrar), NUNCA LO HARÁS.

Aunque los números hoy te dicten lo contrario, es absolutamente posible vivir hoy con menos de lo que te ingresa. Eso siempre es posible, y el diezmo juega un rol fundamental en ese aspecto. Muchas personas viven enceguecidas, gastando todo lo que les entra, porque están convencidos de que ganan poco. Si esa es la conducta que tienen ganando poco, el día que ganen más, seguirán en la misma lógica de gastar todo lo que les entra. Es así como hay casos de personas que tienen buenos ingresos y siempre están endeudados o ajustados. 

Si uno comienza a generar el hábito y la conducta de diezmar, aun ganando poco, ese hábito quedará instalado. En la medida en que vayas prosperando y ganando más, no te será difícil evitar gastar todo y ahorrar. Eso lo llevará a mayor prosperidad. 

Hay una lucha entre mi consciencia y los paradigmas que rodean al dinero y al diezmo, que evitan la continuidad de la acción de diezmar. Esto es así porque hemos sido educados bajo dos ideas erróneas: 

1.- Si doy, me va a faltar.
2.- Si doy, debo recibir algo a cambio que valga lo mismo o más de lo que doy.

Estas dos ideas son contrarias a la fe y la acción del diezmo nos ayuda a liberarnos de esas ideas, y por ende, liberarnos de la esclavitud y dependencia del dinero. 

A pesar de esto, es de hacer notar que el diezmo tiene por objeto servir a Dios y no tiene como objeto lucrar o pretender hacerme más rico solo por el hecho de acumular riquezas.

Al contrario, la idea del diezmo es lograr que el cristiano no tenga a los bienes materiales como el centro de su vida. Es decir, no se debe diezmar por avaricia, con la idea de que es similar a hacer una inversión que me tiene que reportar ganancias, sí o sí. Es un error decir: yo diezmo porque gracias a eso tengo un buen trabajo y un buen ingreso. Eso no puede ser el objetivo del diezmo. Eso es una consecuencia, una recompensa. Pero la motivación no debe ser esa, sino que yo diezmo porque tengo deseos de servir a Dios con mis bienes.

Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.
Proverbios 3:9-10

Si diezmamos con la motivación correcta, Dios va a cumplir sus promesas, prosperándonos hasta que desaparezca todo temor de vivir en pobreza.

Algunos creen que porque están en aprietos no les es posible diezmar pero lo harán en cuanto sus circunstancias lo permitan. Esto es perder todo el significado porque mientras mayor sea la presente dificultad, mayor la necesidad de diezmar, ya que las dificultades que atravesamos en materia económica suelen ser fruto de una errónea actitud mental, por una forma de pensar equivocada. Naturalmente, las circunstancias no podrán cambiar hasta que haya un cambio en la actitud mental. Diezmar será una prueba de que la actitud está cambiando.

A través del diezmo estamos demostrando nuestra creencia de que el único origen de nuestro suministro es Dios, y que el negocio o el empleo, las inversiones o los clientes no representan sino el canal a través de los cuales se está manifestando en ese momento la provisión que nos viene de Dios. La consecuencia inevitable de dicha expresión de fe es la prosperidad visible. 

Aquellos que diezman siempre están seguros de que tienen a Dios por Socio, pero no como cualquier socio, sino un socio bastante particular, que no se comporta como un socio humano se comportaría. En una sociedad humana, si uno de los dos socios pone la mayor parte de los recursos, pretenderá llevarse la mayor parte de las ganancias. En la sociedad con Dios, Él PONE TODO y pide solamente el 10%. 

Cuando das el diezmo, como dice mi pastor, cero a cero y pelota al medio. 

Dios nos ha dado todo. La vida, la salud, las fuerzas para trabajar, la inteligencia para hacer negocios, y nos ha dado también nuestros bienes. Como socio, ha puesto el 100% y nosotros nada. Ahora, Él solamente elige pedirnos el 10%, cuando podría pedirnos todo. 

Por eso dijimos anteriormente que el diezmo es un acto de adoración, porque el cristiano que diezma reconoce que la totalidad de todo lo que tiene y todo lo que es le pertenece a Dios y no a sí mismo. Cuando entendemos que somos 100% pertenencia de Dios y que él es soberano, estamos adorando.

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