El diezmo es un principio de adoración
El versículo en Deuteronomio 14:22 (citado en el capítulo anterior) es de los pocos casos en las Escrituras en la que se usa la palabra “indefectiblemente”, que significa “ineludible, irrenunciable, insoslayable, indeclinable, inevitable, cierto, seguro, evidente, infalible, imprescindible, que no puede faltar o dejar de ser, que tiene que acontecer”.
De todos los mandamientos que hay en la Escritura, es el único que viene precedido de un adjetivo tan contundente como “indefectiblemente”. No encontramos que diga “indefectiblemente” no matarás, ni “indefectiblemente” honrarás a tus padres, o “indefectiblemente” guardarás el día de reposo.
Sí se utiliza este adjetivo en otras cuatro citas de las Escrituras para enfatizar sobre ciertas ordenanzas específicas de menor rango (Lv. 20:10, 20:16, 27:29 y Nm. 35:31).
En otras traducciones de la Biblia, se observa:
Diezmarás fielmente todo el producto…
(La Biblia de las Américas).
Indispensablemente diezmarás todo el producto…
(Biblia del Jubileo).
Cada año, sin falta, deberán ustedes apartar la décima parte de todo…
(Dios Habla Hoy + Nieva Versión Internacional).
Cada año deberán entregarle a Dios la décima parte de todo lo que ustedes cosechen y produzcan. ¡No fallen ni una sola vez!
(Traducción en lenguaje actual).
La razón por la cual este es el único mandamiento que tiene un énfasis especial en su cumplimiento es porque Dios sabía desde un principio que meterse con el dinero de la gente era algo complicado. Sería el mandamiento más difícil de cumplir, el primero en no ser honrado. Sabía Dios que podría tener hebreos que en toda su vida no mataran ni robaran a nadie, fieles a su esposa y que respetaran el sábado, pero no les fueras a pedir plata.
De hecho, modernamente, cuando le comentas a un conocido que estás yendo a una iglesia, lo primero que te preguntan es: “En esa iglesia a la que vas, ¿te piden dinero?”.
Ah, no te metas con el dinero de la gente…
Es ofensivo hablar de dinero, y sobre todo, pedir dinero, y la razón es una sola: el dinero es un dios al que la gente adora, aun sin darse cuenta.
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Mateo 6:24
El dinero es lo único a lo que Jesucristo llamó señor. La competencia no es entre Jesucristo y el diablo, la competencia es entre Jesucristo y el dios dinero (Mammonas), el dios de la avaricia deificada o riqueza personificada.
Por tal razón, las indicaciones que Dios nos deja en cuanto al manejo del dinero son indicaciones tendientes a evitar el peor de los pecados: la idolatría.
Conclusión: cuando diezmamos adoramos a Dios y evitamos adorar al dinero.
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