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viernes, 14 de agosto de 2020

El cristiano y el dinero. Capítulo 5.

El diezmo en forma de primicia

Las ofrendas que traigan a mi templo serán de los mejores primeros frutos que produzcan sus campos.
Éxodo 23:19 (TLA).

Nuestra primicia es darle a Dios lo primero de nuestra cosecha o de nuestras ganancias.

Si el primer trozo de pan fue dedicado a Dios, entonces todo el pan está dedicado a él...
Romanos 11:16 (PDT)

Decir que el diezmo es primicia es decir que el diezmo es lo primero que se paga una vez que he obtenido mi ingreso. Esto debe ser hecho así para que el diezmo tenga validez delante de Dios, por al menos dos razones.

En primer lugar, porque Dios es lo primero en nuestra vidas, lo más importante, y por ende, lo primero a ser atendido. 

Y en segundo lugar, porque si una persona espera a cubrir primero todos sus gastos y deja el diezmo para el final a ver si le alcanza para diezmar, el diezmo pasó a ser un sobrante, y no una primicia, y por ende pierde valor. No se está diezmando por las razones correctas, sino porque sobra. Como me alcanzó para pagar todo, entonces doy el diezmo. Eso convierte al diezmo en una limosna. 

Un sobrante nunca tiene el mismo valor que una primicia. El sobrante tiene intrínsecamente la noción de escasa relevancia. Los sobrantes se dan a las personas que menos estimamos. 

Si una persona espera a cubrir todos sus gastos para luego dar el diezmo, es preferible que directamente no lo dé, porque deja de tener valor frente a los ojos de Dios. Si el diezmo se da al final, por más dinero que sea, por más que sea hasta un 15% o un 20%, no interesa: dejó de ser diezmo. En este sentido, ni el diezmo ni ninguna ofrenda valen por su valor monetario, sino que valen por el corazón con el que es dado. 

En términos más ilustrativos y prácticos: si un hermano gana $10.000 y el primer gasto que hace es dar los $1.000 de diezmo, esos $1.000 valen más delante de Dios que los $20.000 que da el otro hermano que cobra $200.000 pero espera a cubrir todos sus gastos primero para entregar el diezmo al final. 

Jesús levantó la mirada y vio a los ricos poniendo sus ofrendas en la caja del dinero del templo. También vio a una viuda pobre que estaba dando dos pequeñas monedas de cobre como ofrenda. Entonces Jesús dijo:
—En verdad les digo que esta pobre viuda dio más que todos los demás. Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba, pero ella, a pesar de su pobreza, entregó todo lo que tenía para vivir.
Lucas 21:1-4 (PDT)

Dios no rechazó la ofrenda de Caín porque era de menor valor monetario frente al cordero que presentó Abel. De hecho, no tenemos posibilidad alguna de medir el precio o valor económico de la ofrenda de cada uno. La ofrenda de Caín fue rechazada, entre otros motivos, porque Caín ya era una mala persona.
 
Entonces Dios le preguntó a Caín: «¿Por qué estás tan triste y enojado? Si haces lo correcto, siempre te aceptaré con agrado, pero si haces lo malo, el pecado está listo para atacarte como un león. ¡No te dejes dominar por él!»
Génesis 4:6-7 (TLA)

Mucha gente espera primero obtener más ingresos para luego diezmar. Es una noble pretensión pero errada, porque ubica al diezmo en el último lugar de las prioridades, y además, le da la posibilidad de surgir una vez que obtenga más ingresos, o lo que es lo mismo decir, cuando sobre lo suficiente como para empezar a darlo. Lo cierto es que, aun con esa noble pretensión, si la persona no diezma hoy, difícilmente diezmará mañana. El que no logra ser fiel cuando se tiene poco, difícilmente lo logrará cuando tenga mucho.

Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor».
Mateo 25:23

Si somos fieles en lo poco, es Dios quien se va a encargar de ponernos en lo mucho. En otras palabras, si hoy digo que no puedo diezmar porque tengo poco, no puedo esperar que Dios me ponga en lo mucho para empezar a diezmar, porque Dios pondrá en lo mucho a quienes son fieles en lo poco. Esto es clave entenderlo, porque la gente que espera a tener mucho para diezmar no logra ver que no es Dios quien los está llevando a lo mucho, porque Dios lleva a lo mucho solo a aquellos que son fieles con lo poco. Así que si tu estás en una etapa en tu vida en donde en materia económica te está yendo bien y estás yendo a lo mucho, pero nunca has diezmado, pregúntate si es Dios quien te está llevando a lo mucho o si lo estás logrando en tus propias fuerzas (o si a alguien más le interesa que te vaya bien sin diezmar…). 

Aquí voy a decir algo que va a rayar con lo escandaloso: no se necesita ser fiel a Dios para prosperar económicamente. Se puede perfectamente prosperar dejando a Dios de lado. No se entrega el diezmo para prosperar. Y si no me creen, miren a su alrededor: la cantidad de personas que no conocen a Dios ni han dado nunca un peso a la iglesia y son más prósperos que la mayoría de los cristianos. Por eso en la Biblia hay referencias en las que se le pide al cristiano que no se impaciente al ver como los que no son creyentes prosperan. 

Para ir a lo mucho en materia económica lo único que hace falta es estudiar y trabajar duro, ser disciplinado, buen administrador, y poco más. No se necesita ser fiel a Dios. Si tu objetivo en la vida es prosperar materialmente, no necesitas ir a la iglesia, necesitas ir a la escuela. Si pones un ladrillo encima de otro, terminarás construyendo una pared, y no importa si eres bueno o malo, cristiano o ateo. 

Esto del diezmo se trata de ser fiel a Dios. Nuestro objetivo diario es ser fiel a Dios. Parte de nuestra fidelidad es el diezmo. Y Dios, en su amor y bondad, nos prosperará y nos dará un buen pasar. Él nos pondrá en lo mucho, de acuerdo a su voluntad, que es siempre buena.

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