Adviento 2017 – Semana #3: Abnegación. Reflexión #1
Abnegación: Renuncia voluntaria a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de otras personas.
Se acerca la Navidad y si hay un ejemplo de abnegación admirable es el de María, la madre de Jesus.
Nada más imagínate la vida de María. Era una jovencita comprometida para casarse, virgen, y de buena familia. Sus planes eran esos: casarse y formar su familia, ser una buena esposa para José y una buena madre para sus hijos. De la noche a la mañana todos sus planes se ponen en riesgo.
Un ángel del Señor se le presenta y le anuncia que ella había sido escogida por Dios para llevar en su vientre al Salvador del mundo. “¿Cómo será esto posible si soy virgen? ¿Cómo voy a quedar embarazada?” El ángel le dice que el poder del Altísimo le cubriría y engendraría al niño en su interior.
En ese momento, María podría haber pensado mil cosas y haber calculado los riesgos de tal situación. Decir que había quedado embarazada sin que José la haya tocado aun iba a ser interpretado por el resto del pueblo como que María anduvo con otro, engañando a su futuro marido y teniendo intimidad con un hombre sin estar casada: le esperaba la muerte por lapidación. En concreto, la hubieran apedreado. Se quedaría sin su sueño de ser esposa y madre. Se quedaría sin nada, y además, muerta. ¿ Todo por decir que sí a un loco plan de Dios?
Al decir que sí al ángel, María asumía un montón de riesgos y una incertidumbre enorme. No sabía cómo José iba a reaccionar. Incluso la primera reacción de José fue mala, la quiso repudiar. Imagínate la noche que habrá pasado María luego de que José le dijo que la iba a repudiar. Pero para su fortuna, Dios habló con José y le confirmó el asunto, y éste no la repudió.
María podrían haberle dicho al ángel: “Mirá, yo ya tengo planes y los quiero llevar adelante con tranquilidad, no me compliques, búscate a otra”. “Me arriesgo mucho, no; gracias”. Pero María sabía quién le hablaba. Era el mismísimo mensajero de Dios. María sabía que Dios no haría nunca algo para su mal. En el fondo tenía la plena convicción de que podía entregarse confiadamente a las manos de Dios para que Su plan se cumpliera. María dijo sí. Y Dios cuidó de cada detalle para que ningún sueño de María cayera por la borda. María se casó, fue esposa y madre y sin dudas la mujer más privilegiada de la historia de la humanidad.
¿Y tú? ¿Aceptarías el llamado de Dios sin medir las consecuencias? ¿Te entregarías por completo a él?
Dios es abnegación y entrega. Se entregó por completo, no escatimó nada. Ni siquiera a su propio hijo. Para cumplir su plan, necesitó de María, otra abnegada; otro ejemplo de entrega.
Dios busca personas con su mismo carácter. Si en una semana vamos a estar celebrando la navidad, es gracias a que hubo una mujer abnegada, llena de fe y confianza en Dios, que aceptó ser un instrumento en manos del Creador.
Nada más imagínate la vida de María. Era una jovencita comprometida para casarse, virgen, y de buena familia. Sus planes eran esos: casarse y formar su familia, ser una buena esposa para José y una buena madre para sus hijos. De la noche a la mañana todos sus planes se ponen en riesgo.
Un ángel del Señor se le presenta y le anuncia que ella había sido escogida por Dios para llevar en su vientre al Salvador del mundo. “¿Cómo será esto posible si soy virgen? ¿Cómo voy a quedar embarazada?” El ángel le dice que el poder del Altísimo le cubriría y engendraría al niño en su interior.
En ese momento, María podría haber pensado mil cosas y haber calculado los riesgos de tal situación. Decir que había quedado embarazada sin que José la haya tocado aun iba a ser interpretado por el resto del pueblo como que María anduvo con otro, engañando a su futuro marido y teniendo intimidad con un hombre sin estar casada: le esperaba la muerte por lapidación. En concreto, la hubieran apedreado. Se quedaría sin su sueño de ser esposa y madre. Se quedaría sin nada, y además, muerta. ¿ Todo por decir que sí a un loco plan de Dios?
Al decir que sí al ángel, María asumía un montón de riesgos y una incertidumbre enorme. No sabía cómo José iba a reaccionar. Incluso la primera reacción de José fue mala, la quiso repudiar. Imagínate la noche que habrá pasado María luego de que José le dijo que la iba a repudiar. Pero para su fortuna, Dios habló con José y le confirmó el asunto, y éste no la repudió.
María podrían haberle dicho al ángel: “Mirá, yo ya tengo planes y los quiero llevar adelante con tranquilidad, no me compliques, búscate a otra”. “Me arriesgo mucho, no; gracias”. Pero María sabía quién le hablaba. Era el mismísimo mensajero de Dios. María sabía que Dios no haría nunca algo para su mal. En el fondo tenía la plena convicción de que podía entregarse confiadamente a las manos de Dios para que Su plan se cumpliera. María dijo sí. Y Dios cuidó de cada detalle para que ningún sueño de María cayera por la borda. María se casó, fue esposa y madre y sin dudas la mujer más privilegiada de la historia de la humanidad.
¿Y tú? ¿Aceptarías el llamado de Dios sin medir las consecuencias? ¿Te entregarías por completo a él?
Dios es abnegación y entrega. Se entregó por completo, no escatimó nada. Ni siquiera a su propio hijo. Para cumplir su plan, necesitó de María, otra abnegada; otro ejemplo de entrega.
Dios busca personas con su mismo carácter. Si en una semana vamos a estar celebrando la navidad, es gracias a que hubo una mujer abnegada, llena de fe y confianza en Dios, que aceptó ser un instrumento en manos del Creador.
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