Montevideo, mayo
de 2014.
La Asociación Nacional de Afiliados (ANDA) es una
asociación civil con una profunda vocación de servicio social. Su naturaleza
jurídica sin ánimo de lucro (es decir, sin dueños que retiren ganancias) donde
todo el superávit se destina nuevamente en el giro, le da margen para ofrecer
una amplísima gama de servicios de forma accesible para quienes más necesidades
y dificultades tienen.
En efecto, ningún servicio de la ANDA le reporta
ganancias: los mismos se sostienen gracias al cobro de su cuota social, que
ronda los $500. Luego, cada servicio se cobra a una tasa que está subsidiada
gracias a que el sostén de la ANDA es la cuota social. Y no es poco a lo que el
afiliado (y por extensión todo su núcleo familiar) accede por esa cuota.
Servicio fúnebre (incluido sin costo adicional alguno),
tarjeta de crédito, préstamos, giros, asistencia médica de primer nivel,
odontológica integral, emergencia a domicilio médica y odontológica, garantía
de alquiler, turismo social, etc.
Por detallar uno de sus servicios, se puede decir que los
timbres y costos de la asistencia tanto médica como odontológica (certificada
en calidad) están subsidiados por la propia asociación y se financian siempre
con la tasa de interés más baja del mercado. Esto hace posible acercar esta
atención en salud, tan necesaria para todos, pero tantas veces tan alejadas
para aquellas personas que menos posibilidades tienen.
La tasa de interés de los préstamos y financiaciones de
la ANDA históricamente siempre fue la más baja del mercado. Es que siempre se
tomó como referencia la tasa de lo que se conocía como la Caja Nacional (hoy
División Crédito Social) del Banco de la República, ya que de esa forma podía
exonerar a sus afiliados del pago de IVA sobre los intereses del préstamo.
Esta institución, que así transcurrió varios años de
vida, no se vio exenta de tener que enfrentar turbulencias en todo este largo y
exitoso camino. La primera apareció con la reforma tributaria del 2007, donde
quedó sin efecto la exoneración de IVA sobre los intereses de los préstamos mencionados
ut supra, a resultas de lo cual se encareció
el crédito a sus usuarios. En suma a lo anterior, pasó a tributar IRAE, cuando
nunca antes había tributado impuestos a las ganancias, precisamente por eso,
porque la ANDA no tiene ganancias. Pero la reforma pasó a considerar ganancias
a los superávit de las instituciones que no tienen fin de lucro y esta pasó a
tener una carga impositiva que antes no enfrentaba.
A esto, se sumó la reforma de la Caja Bancaria del año
2008. ANDA no es una empresa del sistema financiero, es mucho más que una casa
que brinda crédito, no solo por los demás servicios que brinda, sino por el
hecho de que el crédito y el lucro (históricamente unidos) no son su razón de
ser. Pero la reforma la consideró institución financiera y la incluyó en la
reforma (única institución financiera del mundo que no lucra con el crédito y
que a su vez es un consultorio médico y odontológico, entre otros).
Aquí el golpe mayor se lo llevaron los funcionarios que
de buenas a primeras dejaron de aportar al BPS, a su AFAP, y vieron cambiadas sus
reglas de juego en referencia a su retiro, pasando a aportar a una Caja en
quiebra y con pocas garantías de no volver a estar en quiebra en 20 años. Vana
fue la lucha que dimos los funcionarios de ANDA para evitar el pasaje a la Caja
Bancaria.
Cuando en noviembre de 2008 entré a trabajar al Banco
República y me afilié a AEBU, rápidamente me enteré de la poca simpatía que
generaba al ser uno de los que portó (y orgullosamente) un cartel en la solapa
de mi uniforme en contra del pasaje a la Caja Bancaria. Poco demoraron en acusarme
de “No defender nuestra Caja Bancaria”,
cosa ilusoria ya que yo nunca estuve en contra de la Caja Bancaria, sino en
contra de que la ANDA aportara a ella, lo cual es bastante incomparable.
Pero eso me sirvió para darme cuenta de que había allí
una suerte de resentimiento con la ANDA.
Recientemente, se sanciona la ley de inclusión financiera
(solo con los votos del oficialismo) que privilegia a los bancos privados
frente a las cooperativas y la ANDA a la hora de tener la prioridad de
descontar préstamos del sueldo, prioridad que históricamente tuvo la
institución en la que primeramente suscribiera convenios con la empresa donde
se generaba el haber. Y esta prioridad resultó siempre fundamental para que la
ANDA otorgara créditos, puesto que esto reducía los riesgos de no recuperar el
mismo, lo que le permitía mantener bajas sus tasas de interés. Esta ley que
resultará a todas luces perjudicial, ya no solo para la ANDA, sino seguramente
para las demás cooperativas de ahorro y crédito.
No entiendo realmente porqué tanta animadversión de parte
de la izquierda con la ANDA. ¿Será por qué una institución que toda su vida fue
apolítica y que no profesó ideología alguna, más que la de buscar el beneficio
de sus afiliados, pueda hacer por sí misma lo que ni la izquierda uruguaya ni
ninguna otra organización a ella vinculada ha logrado en 80 y más años de
historia?
¿Será por qué la ANDA, a pesar de la ausencia de ánimo de
lucro y las bajas tasas de interés, puede ofrecer microcrédito y a su vez pagar
salarios dignos bastante por encima de los que, por ejemplo, paga República
Microfinanzas, empresa propiedad del BROU que se creó en el derecho privado
para no pagar los salarios que paga el mismo BROU a sus funcionarios públicos,
porque de lo contrario no resultaba “viable”?
No lo sé. Lo que sí sé es que en 80 años, la ANDA supo
demostrar sin teorías, sino con hechos, que se puede no adherir a ninguna
orientación política, y se puede desarrollar una actividad económica que no
genera beneficios en función del perjuicio de otros, que se preocupa por los
que menos tienen, que distribuye riqueza, que fomenta la igualdad y el acceso a
las oportunidades. Ellos le llaman Economía Social. Y esto es la base de la
fortaleza de la ANDA. Sus afiliados lo saben, por eso la eligieron y la eligen
cada día. Por eso cada día la eligen más personas. Y así como en el pasado supo
enfrentar las turbulencias que se atravesaron en su ruta, sabrá también en esta
ocasión sobreponerse al golpe, porque sus 200.000 afiliados lo necesitan y porque
siempre respondió ante ellos y lo hará una vez más.
esd
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